Que el coronavirus ha afectado de manera seria a todos los ámbitos de nuestras vidas es ya una afirmación demasiado manida. Esta primavera ya pudimos comprobar el alcance de esta pandemia en el mundo del deporte.
Todo el mundo del deporte se paralizó y fueron escasísimas las competiciones que continuaron desarrollándose, como partidos de fútbol de ligas menores en países remotos. Esta parálisis obligó a la cancelación de importantes competiciones deportivas, entre ellas, ni más ni menos que los Juegos Olímpicos o la Eurocopa de Fútbol.
Verano atípico
En la medida en la que los diferentes países iban aplanando su curva de contagios, fueron entrando en juego, al fin, competiciones tan importantes como la Champions League, pero, en cualquier caso, nos encontramos con un verano atípico.
Efectivamente, meses como julio o agosto, en donde muchas competiciones como las futbolísticas sufrían su tan temporal como habitual letargo, se convirtieron en dos meses frenéticos en donde los partidos se sucedían para poder dar curso a las diferentes ligas y competiciones continentales. Mientras tanto, deportes como el ciclismo, tan habituales en las siestas estivales, seguían sin competir.
El fin de los días estivales
Pero, en la medida que los meses de verano avanzaban y llegaba el otoño, fueron muchos los deportes que retomaron su actividad: motociclismo, Fórmula 1, baloncesto, balonmano… El deporte volvía a la actividad, con exhaustivos controles epidemiológicos, pero también con una tendencia muy evidente: la falta de público en estas competiciones.
Hasta la fecha, el deporte sigue su curso, si bien nos encontramos con equipos de ciclismo que deben abandonar el Tour de Francia o el Giro de Italia por tener deportistas contagiados con la Covid-19, equipos de deben cancelar sus partidos por el mismo motivo o jugadores que deben abandonar la disciplina de su equipo y que deben confinarse hasta que las pruebas demuestren que ya han pasado la enfermedad.
Así, vemos un calendario que se ha vuelto loco, en donde el fútbol se juega en verano y el ciclismo se corre en otoño, o equipos que se ven privados de su principal estrella porque ha sufrido un contagio de la enfermedad que está marcando tanto el año 2020, como a muchas generaciones.
Competiciones a toda vela
Actualmente, y pese a que parece que la segunda oleada de la pandemia ya es una realidad, el deporte trata de continuar adelante. El caso más paradigmático es el del fútbol: tras un verano frenético recuperando los meses perdidos, ahora ya se encuentra sumido en la temporada correspondiente, la 2020-21.
Y todo ello ha sido gracias al tremendo esfuerzo de los deportistas, que han tenido que sobreponerse a un parón total para competir a tope durante el verano y volver a la nueva temporada sin apenas descanso. Muchos expertos comentan que este estrés competitivo hará mella en su físico, por lo que veremos muchas más lesiones musculares que en otras temporadas.
Problemas físicos
Efectivamente, si a la vuelta de la competición ya pudimos ver las consecuencias del parón en los deportistas, el hecho de no haber descansado convenientemente será otro factor de riesgo en lesiones deportivas de cierta gravedad.
Los preparadores físicos cuentan que los jugadores se encontraron con tener que dar un rendimiento máximo sin apenas poderse preparar tras el confinamiento, generando un exceso de fatiga y de estrés mental que necesitaba de un mayor descanso del que muchos equipos hayan podido tener.
Malas preparaciones
Y, sin apenas descanso, los equipos volvieron a la competición. Tampoco ha habido demasiado tiempo para prepararse para la siguiente temporada, pero la necesidad de poner en marcha las competiciones para tener ingresos ha provocado que suceda esta situación. Los clubes necesitan dinero y los derechos televisivos son, a día de hoy, su único recurso. Y esto es así, porque ya vemos que la asistencia de público a las competiciones va para largo o se observa en casos puntuales.
A riesgo de empezar con mal pie, los equipos se han sumido en las competiciones ligueras y europeas. Sólo así pueden explicarse algunos resultados extraños, derrotas inesperadas que rompen las apuestas deportivas y hacen que más de uno se lleve un buen pellizco. Los ejemplos son variados: derrotas extrañas del Bayern de Munich o del Liverpool por goleada en sus ligas o las dificultades de un Real Madrid sin nuevos fichajes en el inicio de la Liga de Campeones.
La base, paralizada
Mientras tanto, el deporte aficionado mira con envidia a los que sí pueden entrenar y competir, porque tienen más recursos y organizaciones profesionalizadas. En el fútbol, algo se puede ver, pero en otros deportes y también el deporte de base la parálisis es total y el futuro de clubes y competiciones, incierto.
Son días extraños para todos. De golpe, expresiones como confinamiento, estado de alarma o toque de queda forman parte de una normalidad extraña de la que el deporte también forma parte.