Igea o el vivo retrato de un mentiroso compulsivo
1.-La mentira tiene las patas muy cortas.
2.- Se puede mentir a muchos alguna vez, pero no puedes mentir a todos al mismo tiempo.
Estos dos principios, a tener absolutamente en cuenta por cualquier mentiroso que se precie, máxime si ejerce como portavoz de algo, han acabado siendo olímpicamente ignorados por alguien que se cree tan inteligente como el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, para mayor inri a la vez consejero de Trasparencia (¡menos mal que al final no incluyó lo de “regeneración democrática” en el rótulo de la consejería diseñada “ad hoc” a mayor gloria suya!)
“Jamás mentiré a un periodista”, proclamó en su primera rueda de prensa un ex portavoz de la Junta, para más señas alojado ahora en ese “camarote de los hermanos Marx” que ocupan en el Colegio de la Asunción los asesores reclutados a dedo por el presidente Fernández Mañueco. Lo que no dijo el susodicho es que la ocultación y/o recreación de la verdad iba a constituir su habitual modus operandi. Igea no hizo ninguna proclamación de ese tipo. No creía necesitarla quien llegaba al cargo avalado por una solvente trayectoria como diputado del Congreso y con la aureola de ser un político con principios (si bien eso último se había empañado con la mácula de asumir una alianza de gobierno que se daba de bruces con el cambio político que había preconizado durante la precedente campaña electoral).
No tardó en comprobarse que Igea no iba a ser trigo limpio en materia de transparencia. Fue el día que se olvidó de informar que el Consejo de Gobierno había acordado incrementar en 14 puestos más la nómina de personal eventual (asesores contratados a dedo) al servicio del presidente, vicepresidente y consejeros de la Junta. Un olvido sospechoso donde los haya en una materia que le pillaba muy de cerca, ya que él solo ha acabado disponiendo para sí de 6 de los 41 contratados con cargo a esa nómina, la misma que cobija, entre otros, al “amigo Nacho” Cosidó y otros tres exsenadores del PP parece que sin oficio ni beneficio.
A partir de ahí, la relación de ocultaciones, medias verdades o absolutas patrañas del vicepresidente, consejero de Transparencia y Portavoz componen el retrato de un mentiroso compulsivo que ha llegado al delirio de colgar en Internet un video -el de la videoconferencia con los alcaldes en la que el presidente Mañueco ocultó su propósito de adelantar en dos horas el toque de queda- en un desesperado y patético intento de imponer una posverdad al más puro estilo Donald Trump.
A propósito del toque de queda, antes de que el Tribunal Supremo le dejara a él y al presidente con las posaderas completamente al aire, Igea se jactó en una rueda de prensa de que el marcador judicial de la pandemia registraba un rotundo 12 a cero a favor de la Junta. Grosera falsedad que casi cuela si no fuera porque una periodista dotada de memoria le recordó que el gobierno Mañueco había sufrido al menos dos reveses judiciales, ambos por parte del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y sobre asuntos nada menores: la implantación del toque de queda el 24 de octubre cuando ni siquiera estaba declarado el estado de alarma, y el “confinamiento” impuesto a las residencias de ancianos, que igualmente conculcaba libertades y derechos fundamentales (además de la libertad de circulación, el derecho de reunión).
Luego se supo que en realidad los reveses judiciales habían sido cuatro, que han pasado a ser cinco después de conocerse que el Tribunal Supremo también suspendió cautelarmente el pasado jueves la medida que restringía a un máximo de 25 personas la afluencia a los lugares de culto. Casualmente, ese mismo día la Junta acordó levantar esa medida, sustituyendo ese cupo por el correspondiente a un tercio del aforo de cada templo. Queda la duda de si la rectificación se produjo conociendo ya la de suspensión cautelar del Supremo, o si obedeció al rile que le entró a Mañueco tras la admonición del arzobispo Ricardo Blázquez. En cualquier caso, el marcador ya registra un doce a cinco, con dos revolcones, dos, del Tribunal Supremo y otros tantos del TSJ.
Entretanto, como era de prever, el director de los Servicios Jurídicos de la Junta (y a la sazón secretario provincial del PP de Valladolid) continúa en su puesto. El que ha quedado a estas alturas pelín ridículo es el whatsapp que en su día hizo circular su entorno celebrando la genialidad de “Luismi” al elevar a razonamiento jurídico la hora del ocaso en Castilla y León. En fin, así se divierte la alegre muchachada que pulula por no pocos despachos de la Junta.
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