La Real Casa de la Moneda funcionó durante siglos con la finalidad de acuñar las monedas de la Corona de Castilla, trabajo que se hacía en Segovia desde época romana.
Fue el rey Alfonso VI, rey de León, de Galicia, de Castilla y ‘emperador de toda España’ el que, tras la reconquista de Toledo en 1085, mandó acuñar de nuevo moneda de sus reinos en Segovia, una trabajo que se hacía ya en época romana.
La del rey Alfonso es historia, pero la Casa de la Moneda como tal no se fundó hasta 1455. Fue el rey Enrique IV el que la fundó en la conocida como la Casa Vieja. El Archivo Histórico Provincial de Segovia conserva una copia de este privilegio, copia realizada a principios del siglo XVII.
Años después, los Reyes Católicos, en 1497 ordenaron que Segovia y su Casa Vieja sería una de las siete cecas autorizadas de la Corona de Castilla. En la ceca se acuñaba a martillo todas las acuñaciones de moneda de cobre, plata y oro, hasta la última de todas que data de 1681. En 1583, Felipe II crea otra fábrica de la moneda que trabajó simultáneamente con la de Segovia hasta 1730, año en el que se produjo el cierre de la Casa Vieja.
A finales del siglo XIV, la tecnología alemana comenzaba a sustituir la acuñación por martillo por ingenios de laminación impulsados por ruedas hidráulicas. Las ruedas hidráulicas llegan a la Casa del a Moneda de Segovia por un regalo que el Archiduque Fernando del Tirol realiza a su primo, Felipe II. Es entonces cuando se producen la remodelación de la Casa de la Moneda en su estructura, cuyas trazas básicas fueron otorgadas al arquitecto Juan de Herrera, famoso por su proyecto del monasterio de El Escorial y autor de las trazas de otros muchos edificios públicos encargados por la Corona.
Dos siglos después, Felipe V centralizó las acuñaciones de oro y plata en Madrid y Sevilla, relegando el cobre a Segovia. Era en la ciudad donde se fabricaba todo el cobre que circulaba en España y en las Américas, hasta la mecanización de las cecas americanas en el siglo XVIII.
Durante el reinado de Fernando VII, se realizaron las últimas remodelaciones del edificio junto al río Eresma, que permanecerá con este aspecto hasta su cierre en 1868, con la inauguración de la fábrica en Madrid.
La Casa de la Moneda quedó abandonada y comenzó su deterioro hasta que, en 2002, se comenzaba una remodelación total de los edificios con la finalidad de convertirlo en museo.
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