Tabarnia
Y Boadella no estaba allí, es un tabarnés en el exilio
El gran Albert Boadella se ríe de los nacionalismos de boina enroscada, de ese nacionalismo racista y xenófobo al que han cortejado durante 40 años los políticos de todo el régimen.
Derecha e izquierda han dado alas a un nacionalismo de ladrones que ha multado y perseguido a millones de españoles por su cultura y su lengua. Un nacionalismo que comenzó midiendo cráneos hace un siglo y que siempre se ha sentido una raza superior criándose a las faldas de curas trabucaires y obispos de ocho apellidos vascos o catalanes. Carlistones que han despreciado a ‘mesetarios’. Que han insultado a andaluces, extremeños o murcianos durante décadas.
El de esa Cataluña profunda es un sentimiento asquerosamente racista al que han cortejado derecha e izquierda. Creían que podían compartir con ellos el poder central, autonómico o local. Y lo han hecho. Con ellos han entrado en el lodazal ajustando la justicia a su conveniencia; con la inmersión de los niños de lengua materna española en un sistema de enseñanza supremacista y con la expulsión de la vida pública de todo aquel que no ha comulgado con sus sentimientos indigenistas.
Pues bien, los tabarneses ya tienen presidente. Un president en el exilio que se llama Albert Boadella. Ese que llegó a Segovia con el ‘Teledeum’ y al que persiguió el Ejército español hará 40 años. Ese que se escapó de los tribunales militares y se exilió en Francia. Sí, el del ‘Ubú President’, el que enseño por los teatros los maletines a rebosar de los billetes que robaban en Cataluña mientras el muy honorable president, racista y xenófobo, era considerado el español del año por el ABC.
Los tabarneses tienen un balcón en un barrio fetén de la Barcelona tomada por los golpistas. Un balcón del barrio de Sant Gervasi que se ha convertido en el balcón de la resistencia. Una resistencia que no acata órdenes de la Cataluña de los tractores y las boinas enroscadas. La resistencia ya tiene presidente en el exilio. Es Boadella, el gran bufón al que han echado de Cataluña y que, sin complejos, preside otra comunidad autónoma. Una comunidad nacida al sol del Mediterráneo que sin complejos ha gritado hoy: ¡Viva España!
Y lo ha gritado riéndose de todos y de todo. Sin el complejo del charnego agradecido a esa patulea rufianesca, macarra, fascistoide y engreída. El president Boadella finalizó su discurso desde el exilio con un sonoro corte de mangas a la catalana. Lo ha dicho bien claro: “butifarra a la Cataluña que nos quieren imponer”. Más claro, el agua. ¡Viva Tabarnia libre y soberana!
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