La prioridad de UGT: liberar a los presos golpistas
El golpismo racista catalán tiene un gran aliado en la Unión General de Trabajadores que cumple 130 años.
Aurora Limón
El secretario general de UTG fue abducido por la derecha de Pujol y el 3%. Pujol, Mas, el tripartito y Puigdemont se encargaron de engrasar las arcas del sindicato en Cataluña durante sus mandatos. Unos sindicatos bien subvencionados que han asumido con total normalidad el discurso supremacista y clasista de la derecha catalanista.
El nacionalismo catalán, profundamente racista, reaccionario e imperialista, nacía a finales del siglo XIX al mismo tiempo que se constituían los dos sindicatos de la época. Ambos tuvieron un origen comunista. Libertarios y marxistas se enfrentaron durante décadas a ese racismo que medía cráneos de la mano de los fundadores de la Esquerra Republicana o la derecha catalanista.
José María Álvarez, en el 130º aniversario de UGT, declaraba sin sonrojarse: "Mi prioridad es la libertad de los consellers". Álvarez se hace llamar Pepe, Josep o José según le de el aire del cargo o de la subvención.
Su sindicato, en su época protofascista, colaboró con la dictadura de Primo de Rivera para machacar y perseguir al movimiento obrero liderado por la CNT durante los años 20. Entraron en el gobierno y coparon todos los puestos que les permitían establecer un corporativismo fascista en la negociación de los convenios y los órganos de mediación creados por el dictador tras el golpe de estado.
Pocos años después, la UGT daba un bandazo y abogaba en todos sus periódicos por implantar la dictadura socialista. Tras el horror de la Guerra Civil, el sindicato socialista desaparecía hasta que fue resucitado en 1977 con fondos de la Internacional Socialista y la CIA. Buena parte de los cuadros provinciales y regionales de la nueva UGT fueron ocupados por los ‘enlaces sindicales’ del sindicato vertical falangista.
Esa paranoia de ida y vuelta, de la extrema derecha a la extrema izquierda, ha llevado a los altos cargos de UGT a asumir con normalidad el discurso nacionalista que afirma con alegría que las naciones y los estados se hacen o se deshacen metiendo papelitos en una urna.
El nacionalista Álvarez declara desde su poltrona que en Madrid "tienen que saber que a Cataluña no se le puede imponer todo, se la tiene que escuchar". Mientras tanto, los neonazis flamencos ofrecen a Puigdemont un puesto en su candidatura a las elecciones europeas.
La posición de los sindicatos ya generó una polémica al anunciar su participación en las manifestaciones del nacionalismo separatista que pedía la libertad de los presos encausados por el golpe de estado en Cataluña.
Para el sindicalismo nacional socialista la Constitución y las leyes sobran: “la prisión preventiva no está justificada; no es momento de juicios ni de detenciones".
La tarta del 130 aniversario se quedó en la mesa, entre los cánticos de la Internacional y la defensa del nacionalismo reaccionario y golpista. En la cabeza y el estómago de Pepe Álvarez cabe cualquier cosa. Felicidades.
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