Aznar, su libro y su libreto
Hasta hace escasamente cuatro meses estaba muy mal visto en Génova que los dirigentes del PP cortejaran a José María Aznar, convertido durante los últimos años en azote implacable de Mariano Rajoy, esto último hasta el extremo de renegar públicamente del partido que refundó y prodigar continuos guiños a Albert Rivera. Esa situación ha dado un giro copernicano desde el día y hora en que su antiguo asistente Pablo Casado conquistó la presidencia nacional del partido.
Desde entonces Aznar, guardián de las esencias perdidas, ha vuelto a ser santo y seña, faro y guía, y máximo referente ideológico del PP. De modo y manera que sus dirigentes pueden volver a rendirle pleitesía como lo hacían antes de su abrupta ruptura con Rajoy. Se vio ayer en Valladolid con ocasión de su intervención en el vallisoletano teatro Zorrilla invitado por el Aula de Cultura de “El Norte de Castilla”. Además del propio presidente provincial del PP, Jesús Julio Carnero, que ejerció labores de introductor, por el acto se dejó caer el presidente autonómico del partido, Alfonso Fernández Mañueco, quien hubo de abandonar el pleno de las Cortes para llegar a tiempo a la cita. (Mañueco tampoco podía hacer un feo a “El Norte”, que, tras cambiar de director, ha dejado de dispensarle el “afectuoso” trato del que aquí motejamos como “L’Osservatore herreriano”.
Aznar, que el pasado viernes rehusó por enésima vez una invitación de las Cortes -en este caso el homenaje tributado en Tordesillas a él y a todos los que han sido procuradores a lo largo de los 35 años cumplidos por la comunidad autónoma de Castilla y León- en realidad vino a hablar de su último libro, “El futuro es hoy”, y de paso a firmar ejemplares del mismo a sus fervientes admiradores vallisoletanos. A juzgar por la fotogalería colgada en la edición digital del diario organizador del acto, la verdad es que el club de fans del ex presidente presenta una edad media propia de las que podríamos calificar viejas generaciones del PP.
Ante ese talludito auditorio, Aznar expuso su conocido ideario “neocom” y ultraliberal con el que consiguió hacerse un hueco en la tristemente célebre foto del trío de las Azores. Pero lo más celebrado desde el patio de butacas fue su alegato contra el golpe de Estado en Cataluña que él considera vigente gracias a la complicidad de un gobierno, el de Pedro Sánchez, aliado a la vez con el secesionismo y el populismo. O sea, exactamente el mismo libreto que repite día sí día también otro trío, en este caso autóctono, que, con los mencionados Pablo Casado y Albert Rivera, completa el líder de Vox, Santiago Abascal.
El Topillo de Castilla y León
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