Juntos y sonrientes cuatro meses después
Que los políticos (no solo ellos, pero especialmente ellos) tienen una memoria muy selectiva es algo que se constata a diario. Y si llegado el momento, les conviene pasar página, no es que la tengan selectiva, es que la tienen de pez.
Viene lo anterior a cuento de la foto que el pasado sábado compartían en Valladolid el presidente provincial del PP, Jesús Julio Carnero, y el vicesecretario general de Política Territorial del partido, Antonio González Terol, quienes posaban juntos y sonrientes en el marco de la convención intermunicipal celebrada en la Feria de Muestras vallisoletana.
Cuatro meses antes, tercera semana de junio, Terol y Carnero mantuvieron un durísimo pulso que estuvo a punto de hacer saltar por los aires al PP de Valladolid. Pablo Casado se la tenía jurada al presidente provincial del partido y decidió cerrarle el paso hacia un tercer mandato como presidente de la Diputación y apostar por otro candidato de su plena confianza.
Mandatado al efecto por el sumo dirigente de Génova, Terol fue el encargado de comunicar a Carnero que se abstuviera de optar a un nuevo mandato y facilitara su relevo en el cargo de acuerdo con los deseos del presidente nacional del partido. Pero lejos de pasar por ese aro, el presidente provincial se atrincheró y con el pleno apoyo de su equipo y de los concejales electos impidió en las votaciones de las juntas electorales la renovación pretendida por Casado.
Terol montó en cólera ante semejante “motín” y presionó hasta el límite a varios diputados para que retiraran su apoyo a Carnero, declarado desde Génova poco menos que en rebeldía. Más de un periódico publicó en su edición digital la inminente destitución del presidente provincial del partido y su sustitución por una gestora.
Sin embargo, la mediación del presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, evitó lo que parecía un cisma interno de consecuencias imprevisibles. A instancias de Mañueco, Carnero renunció a su candidatura en favor de uno de sus fieles, Conrado Iscar, y, a cambio de dicha renuncia, un mes después fue nombrado consejero de Agricultura de la Junta. Casado se tuvo que comer su orgullo y no digamos Terol, que hizo todo un papelón. Y ambos sufrieron el sábado la penitencia añadida de tener que sonreír y ponerle buena cara a Carnero, que, muy a pesar de ellos, sigue siendo el presidente provincial del PP.
El Topillo de Castilla y León
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