Normalmente los políticamente conservadores tienen la tendencia idealista de tratar de conservar todo aquello que tal vez no debería de ser conservado y carecen de la fina delicadeza de permitir que se exprese la naturaleza, verdadera conservadora, y que se ocupa de mantener lo que adaptativamente debe de ser preservado.

Cuando obra la naturaleza, siempre azarosa y por tanto temible, se asienta armoniosamente el patrimonio que prevalece. Cuando obra el artificio de lo institucional, en demasiadas ocasiones se peca, por exceso o por defecto, de grosería. Hay un sutil equilibrio entre la nación y el Estado que es el que debe de ser atendido con urgencia, precisamente, para no caer en una grosera ordenación, más propia de un tendero que coloca botes en un estante, que de personas cultivadas y por lo tanto sensibles que, como decía el poeta Juan Ramón Jiménez, dejan a la rosa ser lo que es la rosa: “¡no la toques ya más, que así es la rosa!”

Es una experiencia eterna que todo hombre que obtiene poder sienta la inclinación de abusar de él hasta donde encuentre freno. Es necesario por eso que el poder frene al poder.

Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu

Los conservadores actuales, garantes de la partidocracia, destruyen la conciencia de España con regeneraciones y reformas, impidiendo la libertad política colectiva, la libertad de todos los españoles.

Y ahora, corran, corran todos a votar…

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