El pasado mes de julio, al poco de hacerse cargo de la Junta el gobierno bipartito PP-C´s, su vicepresidente, Francisco Igea, quién si no, denunció que las listas de espera quirúrgica heredadas por la consejería de Sanidad estaban muy lejos de responder a la realidad, asegurando que faltaban de contabilizar casi 9.000 pacientes. Ello corroboraba unas sospechas de manipulación que más tarde reconoció en las Cortes el procurador del partido “Por Ávila”, Pedro Pascual, que había sido director médico del complejo hospitalario abulense.

Desprovistas las listas del grosero maquillaje aplicado por el equipo de Antonio Sáez, la nueva consejera, Verónica Casado, cifró a 30 de septiembre el número de pacientes en 27.224, y en 89 días el periodo medio de espera. A partir de esos datos, se acababan las excusas y la actual consejería se hacía ya plenamente responsable de la evolución de dichas listas.

Pues bien, ayer se daban a conocer los datos a 31 de diciembre pasado, de los que resulta que, lejos de reducirse las listas, éstas han aumentado hasta los 29.263 pacientes, 2.039 más que tres meses antes, a la vez que el promedio de espera se prolonga ahora hasta los 94 días.

Aunque ha tratado de endosar las causas a la consabida herencia recibida, el gerente del Sacyl, Manuel Mitadiel, no ha tenido más remedio que reconocer que este repunte de las listas quirúrgicas se debe, entre otras razones, a la carencia de suficientes profesionales para atender los quirófanos. El polémico hospital de Burgos, que registra un déficit de 7 anestesistas, se lleva la palma en cuanto al tiempo de espera, alcanzando una demora media de 137 días, seguido del complejo hospitalario de Salamanca, con 124.

Mientras el foco ha estado centrado en la controvertida reforma de la atención primaria rural, tenemos así que el equipo que encabeza Verónica Casado tampoco está brillando por su gestión hospitalaria. ¡Y mira que era difícil empeorar la gestión anterior…!

El Topillo de Castilla y León