Aunque algunos les cueste creerlo, “El topillo” a veces resulta de un ingenuo impropio de quien se precia de conocer como se la gasta la grey política. Y no es que uno sea especialmente fácil de intoxicar, sino que se deja llevar por la lógica sin ser consciente de que las ambiciones políticas desafian la razón más elemental. Viene esto a cuento de la forma en que se presentó en esta sección el relevo en el puesto de gerente-tesorero del PP de Castilla y León, donde el hasta ahora concejal vallisoletano Borja García Carvajal ha sustituido al veterano Pedro Viñarás, al que le había llegado la edad de jubilación.

Dijo “El topillo” que García Carvajal era el puente perfecto y definitivo para zanjar las antiguas diferencias entre el presidente nacional del partido, Pablo Casado, y el presidente autonómico del PP, Alfonso Fernández Mañueco, quien con ocasión de las primarias convocadas para suceder a Mariano Rajoy apostó, arrastrado por su compadre Martínez Maillo, por Soraya Saéz de Santamaría, dejando colgada a la que había sido su gran valedora, Dolores de Cospedal, e ignorando la opción del que luego se alzaría ganador de la contienda.

Ciertamente, García Carvajal podía jugar ese papel de puente, ya que, formando parte del gripo procedente de Nuevas Generaciones afín a Casado, en su momento apoyó a Mañueco en el mano a mano librado entre éste y Antonio Silván por la presidencia del partido en Castilla y León. Sin embargo, el relevo en la gerencia-tesorería de PP de Castilla y León no se ha producido precisamente por consenso. El propósito del presidente autonómico era que Viñarás retrasara en principio un año su jubilación, como de hecho pensaba hacer el susodicho, que, una vez cumplidos los 65 años, inició su periodo vacacional con intención de reincorporarse al puesto este mes de septiembre.

Pero para sorpresa del afectado y del propio Mañueco, que se barruntaban que algo andaba cociéndose a sus espaldas pero no tenían ninguna información oficial, ocurrió que García Carvajal se presentó en la sede regional del partido provisto de un documento expedido en la calle Génova que le acreditaba como nuevo gerente-tesorero del partido en Castilla y León. Llegado el hecho a conocimiento de Mañueco, la primera reacción del presidente autonómico fué la de conminarle a que abandonara la sede, postura que secundó asímismo el vicesecretario regional del partido y portavoz del grupo popular en las Cortes, Raúl de la Hoz, quien invocó como argumento (?) de autoridad que la sede regional del PP está sufragada con cargo a la subvención que recibe el grupo parlamentario de la institución parlamentaria (Ciertamente con cargo a esa subvención se sufraga el mantenimiento de la sede regional del partido, así como otros gastos y dispendios menos confesables).

Sin embargo, García Carvajal, que había acudido a la sede acompañado de varios militantes, entre ellos dos alcades de sendos municipios vallisoletanos, hizo caso omiso de los requerimientos de Mañueco y de De la Hoz, haciendo valer su nombramiento y ocupando desde ese mismo momento el puesto de tesorero-gerente, aunque, eso sí, sin ocupar el despacho de su predecesor hasta que ése no ha desalojado del mismo sus pertenencias personales (se cuenta también que Viñarás sera resarcido de la no prolongación de su vida laboral con una indemnización extra con cargo obviamente a la subvención de marras).

Más allá de su truculencia, el episodio pone de manifiesto que, en contra de de lo que “El topillo” y muchos pensaban, la relación entre Mañueco y el aparato de la calle Génova dista a estas alturas de ser una balsa de aceite.