
El ocio y el juego existen desde tiempos inmemoriales. No sólo muy difícilmente transiten el uno sin el otro, sino que la convivencia entre ambos es natural y dinámica.
Desde las peleas en el Coliseo romano hasta las carreras de caballo en el Siglo XX o las apuestas online en la actualidad, el juego atravesó cada uno de los pasajes de la historia y, por lo pronto, todo parece indicar que seguirá por el mismo camino.
Es que el juego, las apuestas y los casinos forman parte de las grandes metrópolis, las ciudades y los pueblos tanto como las iglesias, los parques, los almacenes, las peluquerías y los mismos vecinos. Y con el avance de la tecnología, el juego se encuentra al alcance de todos.
Un gran ejemplo de ello son las máquinas tragaperras, a las que se pueden encontrar en todas partes del mundo. Desde Singapur hasta Rio de Janeiro, y desde Tokio hasta Las Vegas. Justamente, en Las Vegas, la meca del juego y las apuestas, hay poco menos de 200 mil máquinas tragaperras, según datos relevados en 2015.
Aunque de alcance multitudinario y disfrute universal, pocos saben la historia de las máquinas tragaperras. Qué son las famosas tragaperras españolas, quién las inventó, cuál fue la primera y por qué son tan atractivas para todos, son algunas de las incógnitas a revelar.
Quién inventó las máquinas tragaperras
El ciudadano estadounidense Herbert Stephen Mills fue el inventor de las máquinas tragaperras, también popularmente conocidas como máquinas tragamonedas o slots. Vendedor de periódicos y con alma de empresario, Mills concluyó su invención en 1981, en la ciudad de Chicago, al fabricar el kalamazoo: una máquina algo ordinaria que contaba solo contaba con una rendija, tres tubos y un brazo mecánico.
La modalidad del Kalamazoo, la primera máquina tragamonedas era tan sencilla como se puede imaginar: por la rendija se colocaba una moneda; había que tirar del brazo mecánico que oficiaba de palanca, y por uno de los tres tubos podía salir -o no- la moneda ingresada y dos más de ganancia.
Sin embargo, las probabilidades de “ganar” en el Kalamazoo creado por Mills eran tan bajas que los usuarios no tardaron en acusarlo de estafador y de bautizar a aquella primitiva tragaperras como “el bandido de un solo brazo”.
Cuatro años más tarde, el californiano Charles Fey inventó su propia máquina tragamonedas. Llamada “Liberty Bell”, el artefacto pasó rápidamente a ser parte de la flota de Herbert Mills, ya que The Mills Novelty Company absorbió a la compañía de un ingenuo Fey que se quedó fuera de las ganancias de uno de los inventos que cambiarían para siempre la historia del juego.
Cuarenta años después de que la “Liberty Bell” hubiera visto la luz, la empresa de Mills ya había vendido algo menos de 100 mil máquinas tragaperras, tragamonedas o slots, como prefieran llamarlo. Su crecimiento era exponencial y todavía no estaban ni cerca de alcanzar su punto cúlmine.
En la actualidad, las tragaperras españolas inundan los casinos de las grandes ciudades y su tecnología y modalidad de juego se expandió de tal manera que hasta en los aeropuertos se pueden encontrar juegos similares para apostar, pasar un buen rato y hasta ganar algo de dinero.







Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.172