Nueva mascarada de la Junta para disimular su falta de coraje frente a la pandemia
Se había anunciado que, tras oír al comité de los sedicentes expertos, esa especie de Guadiana utilizado a la demanda por la Junta, el Consejo de Gobierno tomaría nuevas medidas para frenar la tercera oleada de la pandemia. Y como la teórica consejera de Sanidad, Verónica Casado, llevaba días dando la turra asegurando que algunos de los “sedicentes” eran partidarios de un nuevo confinamiento domiciliario, se esperaba un severo endurecimiento de las restricciones hasta ahora en curso.
En principio, estaba previsto que a las 12:30 horas comparecieran la teórica consejera y su mentor, el desquiciado y desquiciante vicepresidente Igea, para informar sobre lo acordado. Sin embargo, a última hora se anulaba dicha comparecencia y se sustituía por otra del presidente a celebrar a la una de la tarde. Con ello crecía esa expectación inicial, que siguió yendo a más ante el retraso de Fernández Mañueco en aparecer, cosa que no ocurrió hasta pasadas las 14:30 horas.
Y después de una larga divagación, el parto de los montes alumbró un ratón: mantenimiento del cierre perimetral y del toque de queda hasta el fin del estado de alarma -es decir, nada nuevo- e incremento de las restricciones únicamente en tres provincias, Segovia, Ávila y Palencia, en las que a partir del próximo domingo se suprime durante durante 14 días el servicio en el interior de bares y restaurantes y vuelven a cerrar las grandes superficies comerciales. Resulta obvio que entre estas tibias restricciones acotadas a tres provincias y el confinamiento que preconizaban los sedicentes expertos y apoyaba la la teórica consejera media un abismo, el que de hecho han comenzado a recorrer otras comunidades autónomas, algunas de las cuales han decidido aplazar la reanudación del curso escolar.
Un par de datos sobre el descontrol de la Junta. La provincia de Ávila tenía ayer un tasa de Incidencia Acumulada (IA) 202 puntos, 177 menos de la que registraba el 26 de noviembre, fecha en la que la Junta abrió en ella la hostelería y los centros comerciales que permanecían cerradas. Y otro tanto sucede con Palencia, que con una IA de 310 endurece las restricciones levantadas el 11 de diciembre con una tasa superior a 400. Y hablando de la IA, la situación es bastante peor de la que reconoce la Junta, que ayer situaba la tasa en 173, muy por debajo de los 282 registrados por el Ministerio.
A todo esto, Mañueco volvió a mostrar ayer el desparpajo con el que es capaz de falta a la verdad. Aseguró sin pestañear que en las pasadas Navidades Castilla y León había sido una de las comunidades con medidas más restrictivas, afirmación rigurosamente falsa, ya que fué, con Andalucía, Navarra y Castilla-La Mancha, la comunidad que adoptó las medidas más laxas.
La desfachatez del nefando tándem Mañueco-Igea no conoce limites y lo de la teórica consejera de Sanidad roza lo patético. Y no me olvido de la bochornosa instrumentación política a la que se viene prestando el comité de los sedicentes expertos, con su secretario y portavoz, un tal Ignacio Rosell, a la cabeza, un tipo que después de ver como Mañueco se pasaba por el forro los criterios epidemiológicos durante la desescalada de la pasada primavera, mantiene en la presentación de su cuenta de Twitter que “los que engañan con la Salud” le ponen enfermo. Y a “El topillo” el servilismo de los paniaguados adláteres que rodean a los que ejercen el Poder...
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