La Fundación No Villalar, volcada en el V Centenario de los Comuneros
El presidente de las Cortes, el ciudadano Luis Fuentes -llegado al cargo a pesar de Francisco Igea, quien su día fracasó en el intento de colocar en él a la amiga Ana Carlota, la “dama de las orquídeas”, actual consejera de Empleo- tuvo al inicio de su mandato dos ocurrencias muy poco felices. Una fue su propósito de ocupar ese gafado apartamento camuflado en la planta noble del mausoleo de Villa del Prado. La otra, anunciar por su cuenta y riesgo la disolución de la Fundación Villalar.
La primera sucumbió ante el alud de críticas, entre ellas la del propio Igea, que suscitó dicha pretensión, del todo injustificada cuando, resida donde resida, Fuentes es procurador por Valladolid, y además percibe, como los demás miembros de la Mesa y los portavoces de los grupos parlamentarios, un complemento fijo de 1.800 euros mensuales en concepto de “indemnización” por supuestos gastos derivados del desempeño de sus funciones. Del apartamento en cuestión nunca más se ha sabido, salvo que sigue ahí, con acceso directo por ascensor.
En lo de suprimir, así porque sí, la Fundación Villalar, Fuentes se tiró a una piscina sin cerciorarse si contenía suficiente agua, ya que lo anunció como si fuera una competencia exclusivamente suya y no del correspondiente Patronato, al que no se tomó la molestia de consultar previamente. El resultado es que el Patronato no tragó con la disolución e impuso una especie de “reconversión” consistente básicamente en suprimir la denominación Villalar y eliminar de los objetivos fundacionales la promoción y defensa del símbolo comunero como seña de identidad que es de esta comunidad autónoma, que no en vano, celebra su fiesta oficial cada 23 de abril. En su empeño por menoscabar dicho símbolo, Fuentes se permitió, para mayor inri, cuestionar dicha festividad, subrayando que los leoneses se refieren a ella como “San Ikea” por ser muchos los que aprovechan esa jornada festiva para visitar el centro de la multinacional sueca en Oviedo.
El hecho es que, en la práctica, la Fundación Castilla y León hace exactamente lo mismo que hacia cuando se llamaba Villalar, con lo que el propósito inicial de disolverla ha quedado en un mero cambio de denominación y, eso sí, en el gratuito menosprecio a un símbolo y seña de identidad, guste o no guste, de esta comunidad autónoma. Menosprecio gratuito y sumamente inoportuno dada la cercanía del V Centenario del Movimiento Comunero, cuya conmemoración, como no podía ser de otra forma, correspondía impulsar a las Cortes de Castilla y León.
Y así tenemos ahora a la Fundación No Villalar absolutamente volcada en dicha conmemoración, que se plasmará en un amplio programa de actividades académicas, artísticas y divulgativas a desarrollar durante el presente año. “El movimiento de las Comunidades (…) un episodio imprescindible de nuestro pasado y aún en la actualidad, cinco siglos después, nos ayuda a descifrar y comprender nuestra identidad, nuestra historia.”, escribe Fuentes en el artículo de presentación del suplemento “Comuneros. V Centenario” publicado el pasado domingo por “El Norte de Castilla” (el antiguo “L´Osservatore herreriano” en avanzado tránsito hacia “El pensamiento alfonsino”) con el patrocinio de las Cortes a través de la Fundación Castilla y León. “Cosas veredes, amigo Sancho”, reza la apócrifa expresión que nadie podrá encontrar en “El Quijote”…
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