De cuando el vicepresidente y una consejera se marcaron un Illa durante toda una campaña electoral
A Salvador Illa le ha caído la del pulpo por no haber renunciado al ministerio de Sanidad el mismo día y hora en que asumió públicamente su condición de candidato de los socialistas catalanes a la presidencia de Generalitat. No hay día en el que Pablo Casado, Inés Arrrimadas y demás dirigentes y portavoces de la oposición no le reprochen que haya seguido manteniendo ese doble rol, ciertamente tan legal como escasamente ético.
Por eso llama la atención que, en medio de toda la cruzada emprendida por la Junta de Castilla y León acusando a Illa de pasividad frente a la tercera ola de la pandemia, ni el presidente Fernández Mañueco ni su siamés político el vicepresidente Igea le estén afeando que no haya abandonado la cartera ministerial inmediatamente después de ser proclamado candidato.
La verdad es que a Igea nada le impediría atacar por ese flanco si no fuera porque dejaría a Mañueco en una situación un tanto desairada. El motivo es lo ocurrido en las últimas elecciones autonómicas y municipales, que, aunque parece que hace un siglo, se celebraron el 26 de mayo de 2019, hace ahora justamente 20 meses.
Lo que ocurrió entonces en la Junta de Castilla y León fue mucho más allá de donde ha llegado a Illa, quien se ha comprometido a dejar el ministerio antes de que comience la campaña electoral. Como se recordará, la consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, era la candidata a la Alcaldía de Valladolid al frente de una lista en la que se enroló como número dos el entonces vicepresidente, consejero de la Presidencia y portavoz de la Junta, Joséantonio de Santiago-Juárez, alias “El Pica”. Y sucedió lo que no había ocurrido jamás en elecciones anteriores, cuando consejeros de la Junta que optaban a alcaldías, casos de Rosa Valdeón (Zamora), el propio Fernández Mañueco (Salamanca) y Antonio Silván (León), habían renunciado al cargo antes de la correspondiente campaña electoral.
De Santiago-Juárez y Del Olmo ignoraron esos precedentes y sin cortarse un pelo se mantuvieron en la Junta durante toda la campaña, no renunciando a sus cargos hasta el día antes de tomar posesión como concejales del ayuntamiento vallisoletano. Y exactamente lo mismo hicieron las dos viceconsejeras de la consejería de la Presidencia, María de Diego y Marta López, a las que “El Pica” había hecho hueco en la misma lista electoral. Todo ello obviamente con el beneplácito del entonces presidente de la Junta, un tal Juan Vicente Herrera, y el consentimiento tácito del presidente regional del partido, que no era otro que Mañueco.
Así pues, se comprende que el ahora presidente de la Junta y demás notables del PP de Castilla y León, conocedores de ese percal, hayan evitado el argumento en sus críticas a Illa. Y a Igea no le ha quedado mas remedio que morderse la lengua, algo en su persona seguramente asaz doloroso.
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