Ante los infructuosos llamamientos de Ciudadanos para que la fugada Montero retornara al aprisco -por fortuna, el portavoz parlamentario naranja, David Castaño, anda ya muy recuperado de las quemaduras de tercer grado sufridas en varios dedos tras su imprudente decisión de poner la mano en el fuego por la lealtad de todos sus compañeros de grupo- el PP no ha tardado en encontrar en el grupo mixto el voto necesario que restablezca la mayoría absoluta con la que ha venido haciendo de los suyas el gobierno que preside Fernández Mañueco.

Descartados obviamente lo de Podemos, quedaban los procuradores de Vox, UPL y Por Ávila como posibles socios parlamentarios. Y entre las tres opciones, el “minarete” del PP -el cuarteto integrado por el propio Mañueco, el portavoz Raúl de la Hoz, el secretario regional del partido, “Paco-Paquito-Paquete” Vázquez, y el flamante asesor en estrategia política y destituido gerente pero irreemplazable tesorero, el primado Pedro Viñarás- se ha decantado por el procurador abulensista (valga el palabro) Pedro José Pascual.

Desde el punto de vista ideológico no cabe duda de que es el procurador más afín al PP De hecho, militó en el partido hasta diez minutos antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2019, momento en el que abandonó el barco para enrolarse en la aventura de Por Ávila, una escisión del PP abulense liderada por el hasta entonces presidente de la Diputación provincial, Jesús Manuel Sánchez Cabrera.

Aunque ha llegado a confesar algunas ignominias del pasado –reconoció que como director del Hospital de Ávila manipuló las listas espera quirúrgicas siguiendo las directrices del equipo comandado por el entonces consejero Antonio Sáez- Pascual no deja de ser un hijo pródigo del PP. Sus críticas al gobierno Mañueco han sido siempre muy blanditas y de hecho ha sido el único procurador del grupo mixto que no enmendó a la totalidad los Presupuestos de la Comunidad y el único que sumó su voto a los del PP y C´s para aprobarlos el pasado febrero.

Mañueco y De la Hoz siempre lo han tratado con gran deferencia, conscientes que en un momento dado podían necesitar su voto. Y muy comentada fue que días antes del debate de la moción socialista, la Junta adjudicara las obras previas necesarias para instalar, si es que algún día se instala, la unidad de radioterapia que reclaman los abulenses desde tiempo inmemorial.

La contraindicación política de esta entente radica es que con ella saldrá más potenciado aún un partido que le causó al PP un gran roto electoral en las municipales y autonómicas de 2019, en las que Sánchez Cabrera se hizo con la alcaldía de la capital, a la que hubiera optado como candidato popular de no ser porque Pablo Casado no tuvo mejor ocurrencia que vetarle, veto que provocó la escisión que dio lugar a Por Ávila.

Apoyarse en la procuradora de Vox habría tenido un oneroso coste, tanto por tratarse de un competidor electoral directo en las 9 provincias como por el sesgo ideológico de esa alianza. Y lo de la UPL hubiera chirriado tras su ofensiva segregacionista, que el PP ha llegado a comparar de forma tan groera como insultante con el independentismo catalán. No obstante, tengan por seguro que en Génova no se digerirá nada bien esta sintonía entre el PP de Castilla y León y la formación de Sánchez Cabrera, quien hace solo unos días criticaba en estos términos a la dirección nacional de su antiguo partido: “Toman las decisiones desde Madrid y las imponen en los territorios. Estamos viendo como acosan a un presidente regional elegido por los afiliados, como Alfonso Fernández Mañueco… ¿Más madera?