La muestra que acoge la sede de las Cortes de Castilla y León, ‘Comuneros: 500 años’, constituye “un viaje al pasado, a uno de los episodios más trascendentales de la historia de España.
Las Cortes de Castilla y León acogen la exposición dedicada al movimiento comunero y a la Castilla del siglo XVI, y a quienes, especialmente desde el siglo XIX, trabajaron por mantener vivo el legado político, social e histórico de los defensores de las Comunidades.
Las 150 piezas que se exhiben, nunca reunidas en el mismo espacio, han sido cedidas por las principales instituciones y entidades españolas, como el Congreso de los Diputados, los Museos del Prado o Arqueológico Nacional, la Biblioteca Nacional, Patrimonio Nacional, la Real Chancillería o el Museo del Ejército.
La exposición ‘Comuneros: 500 años’, que se inaugura este jueves, constituye “un viaje al pasado, a uno de los episodios más trascendentales de la historia de España, aún desconocido por muchos: el movimiento liderado por Padilla, Bravo y Maldonado propició un cambio trascendental en la naturaleza de la relación entre el poder de los gobernantes y los ciudadanos”.
La muestra brinda a los visitantes la oportunidad de escudriñar y sumergirse en la intrahistoria desde finales del siglo XV y hasta 1522, año del final de la guerra, que condicionó la configuración del mundo conocido con trascendentales efectos y consecuencias que han llegado hasta hoy.
En la exposición se muestran piezas muy relacionadas con aspectos como la imagen, las familias, el papel de la fe y el arte, la vida cotidiana, las armas o los vestigios de la memoria.
Tres paradas
El hilo de la exposición se apoya en la recreación de los entornos histórico, social y cultural de la época, con el fin de garantizar su carácter divulgativo, se detiene en tres ámbitos fundamentales: el primero, titulado ‘Comuneros, el movimiento’, presenta el proceso histórico de las Comunidades a través de elementos culturales materiales conservados hasta la actualidad.
En este escenario se enmarcan los capítulos ‘Contra traydores y desleales’ y ‘Castilla en la encrucijada: la ruptura del equilibrio’. El segundo ámbito, ‘Comuneros, el tiempo habitado’, busca contextualizar los acontecimientos políticos relacionados con el Movimiento en torno al capítulo ‘El tiempo habitado’, mientras que el tercero y último, ‘De la realidad al mito’, recorre sus interpretaciones posteriores y las vertebra en torno al capítulo ‘Memoria recuperada, memoria creada’.
‘Comuneros, el movimiento’ pone valiosos elementos materiales al servicio de una visión amplia y clara del Movimiento que, a su vez, se apuntala sobre las figuras de sus protagonistas: los Reyes Católicos, Padilla, Bravo y Maldonado, María de Pacheco, los reyes Carlos y Juana, los Mendoza, Cabrera, Enríquez, Fonseca o el obispo Acuña.
Un total de 69 piezas vertebra la primera parte del relato; de ellas, 32 dialogan en el marco de ‘Contra traydores y desleales’: los retratos de Juana I de Castilla y el de su hijo, un joven Carlos V, así como el pendón de los Comuneros, el frontal del sepulcro con las armas del linaje Maldonado, el lienzo que plasma al emperador Maximiliano y su familia, el amito empleado por el cardenal Cisneros, cuatro medallas con retratos del emperador Carlos V y el retrato de María de Pacheco, esposa de Juan de Padilla.
Por su parte, 37 piezas plasman la coyuntura que desequilibró la situación en la segunda década del siglo XVI en ‘Castilla en la encrucijada: la ruptura del equilibrio’. Destacan, en este capítulo, las leyes Perpetuas y los Capítulos de Tordesillas, el decreto de excomunión y la proclamación contra los Comuneros, la sentencia y condena que acabó con su vida en la plaza de Villalar, distintos elementos armamentísticos del emperador, como su almete y su ballesta, y la celada de Felipe el Hermoso, entre otras muchas.
Castilla de comienzos del siglo XVI
El segundo ámbito, ‘Comuneros, el tiempo habitado’, es un viaje a la vida de la Castilla del primer cuarto del siglo XVI con el que se busca situar al visitante en el contexto de la época. Los mundos económico, cultural o religioso adquieren especial importancia en este apartado, que brinda protagonismo a la Mesta, al arraigo religioso y a una expresión artística a caballo entre el gótico y el Renacimiento. La vida cotidiana, el ejercicio del ocio o el gusto por la música propio del momento tienen también cabida en este amplio apartado.
Para ello, ‘El tiempo habitado’ reúne 56 obras como ponderales, cajas de cambistas, pesas, libros de la Mesta, letras de cambio o monedas, medallas y otros objetos numismáticos; piezas artísticas como San Jerónimo penitente de Diego de Siloé, la Piedad de Adriaen Isenbrant, La Anunciación, la Virgen de la leche o la Virgen con el niño; elementos de la práctica litúrgica como patenas, custodias, navetas o cruces, o bienes vinculados a la vida diaria como un brasero, arquetas, tazas, jarros o una silla de caderas.
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