¿Por qué será que a Javier Maroto no le cuadra el posible adelanto electoral en Castilla y León?
“El topillo” no es tan petulante como para vaticinar si al rebufo de la estela madrileña pueden anticiparse las elecciones autonómicas en Castilla y León. Como ha expuesto hace unos días Pedrouve, se trata de una eventualidad posible y, si quieren, probable, sustentada en todo caso sobre una prerrogativa estatutaria que corresponde exclusivamente al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, quien en principio dice descartar el supuesto. Pero ya se sabe el valor de la palabra de cualquier político, máxime si, como es el caso, la aseveración se condiciona a un factor tan incierto como la estabilidad parlamentaria en las Cortes de Castilla y León.
Por mucho que diga lo contrario -o precisamente por eso- me da que Mañueco es el primero que no tiene nada claro si quiere o no activar el botón del adelanto electoral. Y si él, que es el único que dispone de esa facultad, es el primero que no lo tiene claro, ya me dirán qué pinta nadie pontificando si va a hacer esto o lo otro. Viene a cuento lo anterior del titular con el que despachaba ayer uno de los diarios con edición regional, según el cual Génova descartaba un adelanto electoral en Castilla y León.
Para empezar, ¿quién es Génova? Admitamos que cuando utilizamos ese vocablo, y “El topillo” lo hace con frecuencia, no nos referimos a la supuesta cuna de Cristóbal Colón, sino a la cúpula nacional del PP, de momento asentada en la calle madrileña del mismo nombre. Aclarado esto, la segunda pregunta sería ¿Y quién es Génova para descartar algo que depende de exclusiva y personalmente del presidente de la Junta? ¿O es que se parte de la base de que Mañueco es un muñeco-guiñol teledirigido con mando a distancia desde la séptima planta de la sede nacional del PP? ¿Tiene menos agallas políticas el presidente de la Junta que su homóloga madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que adelantó las elecciones contra el criterio de Génova, que nos la quería? Si se piensa esto, que se diga.
Pero prosigamos. Leída esa “información”, resulta ser que “Génova” es tan solo el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, que forma parte de la cúpula del partido en función de ese cargo parlamentario, sin ninguna otra responsabilidad orgánica. Y se aduce que Maroto declaró ayer en la cadena Ser que, puesto que ya no existe riesgo de una moción de censura, no hay motivo alguno para adelantar las elecciones en Castilla y León.
Lo inaudito sería que Maroto admitiera la conveniencia de ese adelanto electoral. Por una razón elemental: Tan pronto se produjera, perdería automáticamente su escaño de senador por la comunidad de Castilla y León y por ende la portavocía del PP en la Cámara Alta. Un pequeño detalle que el autor de la “información”, alma de cántaro, no parece haber tenido en cuenta antes de conceder patente de autoridad a la opinión personal del insigne vecino de Sotosalbos, el bucólico enclave citado “El libro de Buen Amor”. A ver si nos enteramos: Hablarle a Maroto de un posible adelanto electoral en Castilla y León es mentar la soga en casa del ahorcado. Pero así está el nivel de análisis político en el universo mediático de Castilla y León.
Visto lo cual, tampoco hay que extrañarse del gazapo del ex director de otro diario de referencia, que el pasado sábado publicaba un artículo que fechaba las elecciones madrileñas en la jornada del domingo. Un lapsus puede tenerlo cualquiera, pero es que además el responsable de la sección de Opinión subtituló el artículo resaltando tipográficamente el error. El título en cuestión hablaba de “doradas medianías” y subrayaba la mediocridad de la clase política española, que ciertamente existe, aunque no en menor grado, a la vista, que entre la grey periodística. Aunque, eso sí, en todo caso, lo de la fecha de los comicios madrileños no deja de ser un pecado venial comparado con aquel histórico patinazo de haber matado al gran Manu Leguineche muchos meses antes de que al añorado Kapuscinsky español le llegara la fatídica hora.
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