Una procuradora con la piel muy fina o con un morro que se lo pisa
Al hilo de la proposición del PP contra los indultos del procés, califiqué aquí de auténtico circo el montado en el pasado pleno de las Cortes, un espectáculo en el que destacó el numerito de la procuradora de Ciudadanos Marta Sanz, quien, saltándose el Reglamento, desplegó desde el atril una bandera española.
Lo de menos, con ser significativo, es que la secretaria tercera de la Mesa de la Cámara se pasara por el forro la normativa que regula las sesiones parlamentarias, motivo por el que fue llamada al orden por el presidente y compañero de partido, Luis Fuentes. Lo de mas es que esgrimiera la enseña nacional como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos, pero eso es algo usual en la una y trina derecha patria.
El gesto de Sanz en ese pleno fue el preludio de su posterior presencia en la plaza de Colón, desde donde, bandera en ristre, colgó una foto en su cuenta de Twitter. La foto dio lugar a comentarios de todo tenor, entre ellos los de varias procuradoras socialistas con sus correspondientes puyitas políticas, ninguna de ellas de tipo personal. Así se lo tomó la propia Sanz, quien en respuesta a los tuits de Ana Sánchez, Nuria Rubio y Rosa Rubio, ironizaba el mismo domingo de esta forma: “Quiero dar las gracias a mis leales fans, las que siempre están, las que nunca faltan a mi cita, las chicas de la moción. Gracias chicas, sin vosotras no sería lo mismo”. El comentario no era propio de alguien que se sintiera acosada.
Sin embargo, el lunes la procuradora “liberal” cambió de estrategia y, en entrevista publicada el martes en “Abc”, se presentaba como víctima de una campaña de “acoso continuado” por parte de varias procuradoras socialistas que, actuando “en bandada”, le vienen machacando “hasta el desprestigio personal”. En la entrevista aludía al tuit de otra socialista, Patricia Gómez Urbán, quien, en referencia a su foto en Colon, la había situado “de la mano con los que niegan y blanquean la violencia machista”. Sanz se mostraba muy dolida por este tuit, señalando que había disgustado mucho a su hija mayor de edad “que no entendía que me insultaran”.
En la entrevista de marras, sobre cuyas “preguntas” mejor no hablar, la procuradora se lamentaba de que los ataques procedieran de otras mujeres. “Deberíamos ser nosotras las que nos ayudáramos, y no pisotearnos, aunque seamos rivales políticas”, decía apelando a una inexistente solidaridad femenina. ¿Se solidarizó acaso Sanz con Patricia Gómez el día que otra mujer, la consejera de Sanidad por su partido Verónica Casado, cuestionó la “salud mental” de la procuradora socialista? No parece. ¿Se solidarizó cuando la procuradora no adscrita María Montero denunció las presiones y amenazas sufridas después de abandonar Ciudadanos? ¿O como era un trásfuga de su partido se lo tenía plenamente merecido?
Resulta obvio que la dedicación a la política lleva implícita la crítica de las posiciones de cada uno por parte de todos los demás adversarios políticos. No es que entre en el sueldo, en este caso nada menos que 94.811 euros brutos anuales. Es que es algo que va de suyo y que no puede confundirse con el acoso, y menos aún con el bullying, mientras no entre en cuestiones de índole personal. Que no ha sido el caso. ¿Qué diferencia hay entre las críticas que ha recibido Sanz y las que ella lanza continuamente a sus adversarios desde su cuenta en Twitter? No veo ninguna
Hay dos posibilidades: O Marta Sanz tiene la piel política muy fina o lo que tiene es un morro que se lo pisa. Aunque tampoco ambas posibilidades son excluyentes.
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