"Los pepinillos", el germen del regreso de Óscar López a la pomada política
"La repesca del que fuera secretario del PSOE de Castilla y León para un puesto tan relevante y próximo al presidente ha sorprendido a tirios y troyanos".
No sé si alguien habría dado pábulo al rumor, de ignota procedencia, que había situado a Luis Tudanca en las quinielas del nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Pero lo que no estaba en ningún pronóstico es que Sánchez sacara a Óscar López de su destino dorado de la presidencia de Paradores para llevárselo a su lado nada menos que en el puesto que hasta ahora desempeñaba Iván Redondo, ese caprichoso fichaje que ejercía de gurú en La Moncloa.
La repesca del que fuera secretario del PSOE de Castilla y León para un puesto tan relevante y próximo al presidente ha sorprendido a tirios y troyanos, toda vez que López, tras su paso por la secretaria federal de Organización con Alfredo Pérez Rubalcaba, dio la espalda a Sánchez en la batalla librada con Susana Díaz por liderar el partido. Pero ese episodio, en el que Óscar apoyó a su tocayo Patxi, fue un desencuentro puntual que no afectó a la relación personal entre ambos, prueba de lo cual sería la bicoca que supone presidir Paradores.
El relevo en el Gabinete de La Moncloa ha sido interpretado como un gesto interno de regreso a las esencias del partido, donde el protagonismo de Redondo suscitaba todo tipo de recelos entre los propios. Y en ese punto la repesca de López supone toda una vuelta a los orígenes por parte de Sánchez. Unos orígenes que se remontan a la época de Zapatero, y concretamente al paso de José “Pepiño” Blanco por la secretaria federal de Organización.
Es conocido que Óscar López fue el máximo colaborador de Blanco en esa etapa, pero no el único, ya que el entonces número dos del partido se rodeó en Ferraz de un grupo de afines del que formaron parte, entre otros, Pedro Sánchez y Antonio Hernando, este último desaparecido después en combate. En los círculos socialistas de la época López, Sánchez, Hernando y compañía eran conocidos como los “pepinillos”, con lo cual todo queda dicho.
Tras su aciago paso por Castilla y León, donde dejó el partido hecho unos zorros, López se desentendió por completo de nuestra comunidad sin que nadie desde entonces le echara de menos. Lo cual no quiere decir que su regreso a la pomada política sea indiferente para los socialistas castellano-leoneses. El actual secretario regional, Luis Tudanca, fue de hecho su apuesta frente a su declarado enemigo Julio Villarrubia, y la secretaria regional de Organización, Ana Sánchez, uno de sus apoyos más entusiastas. Ambos tienen un amigo en La Moncloa.
De rebote, el que ha resultado agraciado en el trance ha sido el burgalés Ander Gíl, que ha saltado de la portavocía socialista a la presidencia del Senado. Con ello han intentado salvar la cara los socialistas de Castilla y León, que en realidad se han vuelto a quedar a la luna de Valencia en un gobierno Sánchez. Ya me dirán de qué le sirvió a esta comunidad que otro socialista burgalés, Juan José Laborda, presidiera durante la tira de años la inútil Cámara Alta. Pues eso, de nada.
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