Una alimentación deficiente en nutrientes esenciales, como el colágeno, repercute sobre el aspecto de la piel. Las dietas convencionales rara vez aportan mucho colágeno, principalmente porque esta proteína se encuentra en patas de pollo (garra), escamas de los peces, cartílagos y cuero de los animales (peces, aves, cerdo, ganado bovino).
Sin embargo, aunque no todas las personas están familiarizadas con estos productos, lo cierto es que el consumo de alimentos con colágeno benefician la elasticidad y la hidratación de la piel, sobre todo cuando la persona envejece.
A partir de los 25 años comienza la pérdida de colágeno debido a que la degradación de esta proteína es superior a la síntesis. La piel y las articulaciones son las estructuras más afectadas por la disminución. Por ello, es importante evitar alimentos que contribuyan al deterioro de esta proteína.
Alimentos procesados no saludables dañan la piel
Consumir 3 o más alimentos procesados no saludables al día podría acelerar el proceso de fotoenvejecimiento. Estos productos irrumpen la producción de colágeno y ácido hialurónico. En consecuencia, estimulan la producción de grasa de la piel provocando la obstrucción de los poros y un aumento de los brotes de acné, eczemas, psoriasis y otros problemas dermatológicos.
En países como México, la población envejece a edades más tempranas debido al consumo excesivo de harinas procesadas, grasas saturadas, sal y azúcares.
Carbohidratos refinados
Los carbohidratos refinados (como azúcar y harina procesada), presentes en el pan blanco, la pasta y el arroz, tienen un valor nutricional deficiente y agotan sus bacterias intestinales saludables. El azúcar actúa como alimento para las bacterias malas, dando la oportunidad de desplazar a las bacterias buenas.
La proliferación de bacterias malas está relacionada con algunas afecciones digestivas y como el acné es una condición bacteriana, es posible que los brotes estén relacionados con un desequilibrio del tipo “incorrecto” de bacterias en el organismo.
Productos lácteos
Los lácteos (yogur, quesos, dulce de leche y helados) son alimentos proinflamatorios que agravan las enfermedades cutáneas inflamatorias existentes, como el acné, las erupciones y el eccema. Estos productos generalmente incluyen hormonas de crecimiento, como el estrógeno, que interfieren con el equilibrio hormonal natural del cuerpo.
Además, comer excesivamente lácteos puede incrementar el riesgo de alergias y sensibilidades alimentarias que desencadenan una respuesta inflamatoria en todo el cuerpo. La soja es una buena alternativa para evitar problemas digestivos causados por la alimentación.
Embutidos y carnes grasas
Los embutidos (chorizo, pepperoni, tocino, morcilla, butifarra, mortadela, entre otros) contienen altas cantidades de grasas saturadas y nitratos que provocan inflamación. Asimismo, dañan la producción de colágeno en la piel, incrementando las marcas y arrugas.
Consumir carnes con un alto contenido de grasas saturadas contribuye a la formación de acné, ya que estos cortes de carne están asociados con altas concentraciones de factor de crecimiento insulina, una hormona que desencadena un aumento en la producción de sebo.
Es recomendable consumir proteínas magras como pescado blanco, claras de huevo, lentejas, pechugas de pavo y pollo.
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