Tiene tan solo 23 años y las ideas muy claras. Acaba de grabar su segundo álbum con Oktopussy, el grupo de ska-punk del que es batería desde 2017 y al que dedica muchas horas al día, compaginándolo con sus estudios de tercero de ingeniería de telecomunicaciones en la especialidad de imagen y sonido.
Jesús Martín Sánchez vive en Madrid desde los 15 años, pero su infancia y parte de su adolescencia la pasó en Ayllón, localidad a la que se siente muy unido, al igual que al resto del Nordeste de Segovia. Porque aunque su pasión por la música le llevó a trasladarse a la capital, aquí tiene sus raíces y su familia. Decidí marcharme a estudiar 4º de la ESO porque la música era mi pasión y aquí no podía avanzar - dice. Estoy enormemente agradecido a la escuela de música de mi pueblo, porque si no existiera no habría tenido la oportunidad de aprender a tocar la batería. Creo que este tipo de iniciativas son muy importantes, sobre todo en el medio rural, y es necesario que se siga apoyando su continuidad desde las instituciones. Hay una gran cantidad de músicos que aprenden a tocar de oído, pero saber leer partituras a mí me ha servido de mucho, sobre todo a la hora de poder hacer sustituciones en distintas bandas en mis inicios.
Jesús asegura que compaginar sus estudios con formar parte de un grupo que cada vez va ganando más adeptos es complicado, pero al final hace lo que le gusta y eso le ayuda. Decidí estudiar ingeniería de telecomunicaciones porque era la manera de juntar el nexo entre ciencias y música. La especialidad que estoy haciendo me permitirá en un futuro poder trabajar en televisión, radio y música. De hecho, cuando termine la carrera quiero hacer las prácticas en un estudio y después cursar un máster en producción. Mi idea siempre ha sido convertirme en productor musical, tener mi propio estudio de grabación, aunque de momento eso queda lejos, pues quiero aprender de distintas personas que se dedican a este mundo para poder ofrecer un producto de calidad más adelante, asegura.
De hecho, no descarta la idea de relacionar el medio rural con la producción musical, ya que afirma que aquí hay más desconexión para poder tener inspiración a la hora de componer o grabar un disco, además de poder ofrecer más cosas con un menor coste. Al final los artistas se mueven allí donde haya un buen productor; nosotros, sin ir más lejos, hemos estado dos meses en Valencia para grabar nuestro segundo disco, porque buscábamos a un productor en concreto, que es el que ha dado al álbum ese estilo americano de los 90 que estábamos buscando.
Deja toda su energía cuando sube a un escenario. Para él, la sensación es indescriptible, no se puede expresar si nunca la has tenido. La música despierta sentimientos en el ser humano que están escondidos, nunca eres el mismo cuando sales de un concierto, dice.
Jesús es de esos jóvenes que derrochan fuerza, pasión y entusiasmo por lo que hacen, y es algo que se percibe tanto dentro como fuera del escenario. La vida de un músico no es tan de color de rosa como la gente piensa. Hay momentos muy duros, en los que te encuentras solo, es algo que a todos nos pasa. Reconozco que me siento un afortunado por hacer lo que me gusta, y sin el apoyo de mi familia no hubiera sido fácil, a pesar del miedo que pudieran tener cuando les dije que me quería dedicar a esto cuando tenía 17 años.
De momento, se encuentra inmerso en el lanzamiento del 2121, segundo LP de Oktopussy, del que ya se puede escuchar el single Vaso derramado, y cuya gira de presentación comenzará en Madrid, donde tienen un público muy fiel, amén de la comunidad del Nordeste de Segovia, donde han empezado a tocar por primera vez tras presentarse al concurso de bandas convocado por Fogo Rock. La verdad es que ha sido muy gratificante poder tocar en mi tierra, narra Jesús. Iniciativas como ésta son muy importantes para dar visibilidad a distintos grupos de música, que no lo hemos tenido nada fácil con la pandemia, y de mostrar que hay jóvenes implicados en dar vida a los pueblos. Personalmente creo que hay muchos que quieren volver aquí, yo incluso no lo descarto en el futuro, pero es cierto que desde las propias instituciones más locales se debería de hacer una campaña para atraer a los jóvenes al medio rural, sobre todo en la época estival que es cuando más gente hay. Hacerles ver las cosas de otra manera, que aquí un futuro es posible, donde el espíritu emprendedor es clave. Yo, sin ir más lejos, conozco a varios jóvenes de Ayllón que han decidido apostar por quedarse aquí y llevar a cabo sus propios negocios con éxito. Eso sí, medidas como una reducción del IVA o distintas exenciones fiscales incentivarían mucho a que la gente decidiera apostar por el medio rural, porque la calidad de vida es indiscutiblemente mejor aquí que en las grandes ciudades.
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