Cuervos de Cuéllar

Por Sergio Artero, director de Saltatium Teatro.
A veces se produce la magia. Piensen en el formato conocido como “visita teatralizada”. Seguramente usted haya estado en alguna, en muchas, en todo tipo de espacios pero, sobre todo, en lugares históricos. Es un formato que ha proliferado por doquier en cuanto en este país nos dimos cuenta de que el turismo cultural también es turismo, que llama a las gentes, que crea riqueza. Resultó que siendo un poco menos pacatos y carpetovetónicos de lo que es costumbre, copiamos esas longevas tendencias de países como Reino Unido o Francia, por decir dos casos irrenunciables, y conseguimos un aumento exponencial de nuestros turistas culturales, nacionales y extranjeros. Igual que nuestros vinos se sumaron a los etiquetados de diseño, así los museos, las exposiciones de todo tipo, los centros de interpretación del entorno añadieron también sus nuevas etiquetas, por ejemplo: audiovisuales, audioguías, rutas interactivas o visitas teatralizadas. Porque en la lección de historia, como en cualquier otra lección, el ludismo no riñe con la lucidez.
Por mi parte he visto unas cuantas visitas teatralizadas entre tinas pobres y destinos de nobleza. Sin embargo, con más o menos tino, suelen tener un tinte demasiado común. El formato se ha formateado, conformando una especie de “género fidedigno a la información”: a veces se da el melodrama de pasiones y a veces el humor blanco o levemente pícaro, pero siempre entre la busca de la recreación naturalista y el diálogo complaciente entre los tópicos y los datos históricos. Como esas escenitas que intercalan en algunos documentales. Es muy difícil salir de ahí. Lo sé pues en ocasiones las he escrito, dirigido o actuado en ellas. Quiero serme benevolente y pensar que en Saltatium Teatro algo hemos estirado las costuras. Pero, desde luego, no al nivel de la visita teatralizada de Cuéllar titulada Cuervos. En ella, de forma indiscutible, se ha producido la magia, su estallar, la expresión de sus posibilidades.
Digo bien si digo “producir”. Porque la producción colabora, cómo no, en la magia. Es ineludible la gran apuesta del Ayuntamiento de Cuéllar por las visitas a su Castillo o Palacio de los Duques de Alburquerque. Son ya 25 años de habitar con personajes sus adarves y salones, con sus dificultades pero también sus réditos. La apuesta va en serio: presupuesto para renovar las producciones (materiales, guiones, atrezzos, etc), actores en nómina, oferta de varias visitas durante todo el año, una auténtica y estable compañía municipal. La apuesta ya no se puede considerar apuesta, sino una victoria, evidente en asistencia y reembolso a la comunidad; un modelo que otros municipios y entidades públicas harían bien en perseguir con idéntica decisión, pues perseguir es arriesgar, y no como simulacro, de forma esporádica, peregrina o a taquilla, que viene a ser lo mismo que no perseguir nada. Sin la apuesta en euros y en durabilidad, nunca podría haberse producido la magia que podemos disfrutar en Cuervos.
Descubrimos que una visita teatralizada puede llegar a ser espectáculo, que es mentira que el teatro de verdad, el digno y loable, sólo se encuentre en teatros; tan mentira como que una visita teatralizada conforme un género. No es un género, es un formato, insistimos, la representación en un marco incomparable. En esto Cuervos marca un camino, el del riesgo que es sinónimo de personalidad. La estética toda escapa del realismo, por fin, y se introduce de pleno en el grotesco goteado de expresionismo (qué visita ha visto usted a la que se le pueda dar este lenguaje). El guión, sin desdeñar la información histórica (un sine qua non del formato), plantea varias tramas (es decir, es complejo) pero, sobre todo, abraza un tema que flota por arriba de la información. Da igual qué tema sea. Lo importante es sobrepasar lo esperado y hacer, no sólo una recreación, sino una reinterpretación que nos hable también del presente, y así empaticemos, y el espectáculo se vuelva humano, teatral, emocionante. Si digo, además, que se han ido a juntar tres actores fantásticos, que despliegan tanto virtuosismo y energía, y que llenan tanto por su humor como por su rigor, y el público sorprendido ríe y ríe, entenderán por qué lo llamo magia. Además es también un musical. ¿No se lo dije? Pues sí: un musical. Toma ya.
Escribo esto para avisar a todo segoviano y a todo colega. Para que quede constancia. En Cuéllar se ha producido una revolución teatral a escala patria y esto, como el término indica, es inusual, difícil y digno de ver. Todo segoviano debería procesionar hasta Cuéllar, y apoyar y agradecer con su presencia tanto esfuerzo. Apresúrese. Los cuervos ya están graznando y la magia, ya saben, no dura para siempre.
Segovia al día no se hace responsable de las opiniones de nuestros colaboradores.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.160