Este libelo se hizo público por los bachilleres D. José Merino de Cáceres, D. Rodrigo de Peñalosa y D. Antonio de Madrigal, en el año 1969.
Esta es la auténtica historia de La Taberna del Galés, también llamada Narizotas por el vulgo.
Corría el año de gracia de 1391, y a Nuestro Señor Enrique III ya le habían hecho la primer “gracia”; coronándole rey a la tierna edad de 11 años, para lo cual tiene que interrumpir una partida de “gua”, frustración esta que ya le marcaría para toda la vida Al año siguiente, 1392, viénese a Segovia a dar una vuelta dicho monarca (y eso que por aquel entonces no había túnel de Guadarrama, ni ningún otro túnel proyectado) el caso es que vino.
Nueva “gracia”, le hacen a Don Enrique en el año1393: proyectan su boda con Doña Catalina de Lancaster, y cuando se quiso dar cuenta, ¡PLAF! estaba casado.
Menos mal que, corriendo el tiempo, llega por fin el Jubileo del año 1400, Enrique, jubiloso, para celebrarlo, quiere ir al cine Cervantes, pero como resulta que Cervantes no ha nacido todavía tiene nuevamente que chisparse. ¡Hay que ver...!
Sin embargo, Doña Catalina, saltándose a la torera Ordenanzas Municipales y alineaciones, manda edificar un templo y un monasterio pegado a él, y lo paga todo ella solita a tocateja (nada de plazos). Ácaece que, con tan fausto motivo llegaron peregrinos a montones, de todo el Orbe, e incluso de Escobar de Polendos y hay gran juega y algazara, y no hay problemas de aparcamiento porque todavía no se han inventado las multas de circulación; y también llegan de Inglaterra, y el guateque estuvo muy bien.
Item más, llega un galés del condado de Lancaster, — llamado Edgerton Driscol, que, favorecido por la Reina, se avecina en nuestra ciudad, donde por fin funda aqueste establecimiento, con gran regocijo y celebración por parte de los segovianos que a él acuden con gran liberalidad, pero también dentro de un orden, y así mismo con buena “pasta”.
ltem más, como la propia Reina pasa prolongadas estancias en su palacio-apartamento de San Martín, igualmente se deja caer por tal recinto para tomar condimentos, e incluso cuando gana la partida al moro, zámpase buenos “pinchos morunos”.
Llamada aquella taberna el “Lar del Galés”, es prontamente apodada por el pueblo “La taberna del Narizotas”, aludiendo en ello la extraordinaria prosa que luce el buen señor, justo donde todos tenemos la nariz. (Algunos historiadores han querido ver en este enjuto popular huellas claras del humor sangriento de los Quevedo, Goya y Solana, pero dicho sea de paso, sólo algunos historiadores, y muy burros).
Durante más de un siglo, goza la taberna de prospera vida, sirviendo ricos caldos, los unos de la tierra, los otros de lejanos reinos de allende los mares, y es regentada por los descendientes y sucesores de Maese Edgerton Driscol, siendo citada por todos los reyes de Castilla y prohombres segovianos, y favorecida con Pragmáticas, Partidas, Motus, Bulas y Clementinas, gozando por ello de fuero propio, confirmado y acrecentado por nuestro buen rey Don Enrique, el cuarto de tal nombre, tan segoviano él, y que tanto amó a Segovia, que tuvo siempre su rincón, mesa y copa en estos sus aposentos, y que incluso fuese un día sin pagar y no acaeció nada.
Este libelo, en su enésima edición se dio a la estampa el día de San Antonio, en nuestra casa, siendo compuesta por los bachilleres D. José Merino de Cáceres, D. Rodrigo de Peñalosa y D. Antonio de Madrigal, en el año 1969.
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