Con esta muestra, el Torreón de Lozoya quiere hacer una revisión de la obra de uno de los representantes de la Generación del 98, un tanto olvidado.
La sala de exposiciones del Torreón de Lozoya celebra este mes de mayo los veinticinco años de su apertura con una exposición de Eduardo Chicharro, autor que inaugurara la andadura del Torreón en el terreno del arte en 1973.
Juan Manuel Santamaría, comisario de la exposición, explica en el catálogo algunas de las claves de este artista que a continuación reproducimos. Respecto a su biografía, hay que señalar que Eduardo Chicharro Briones nació en 1905 y falleció en 1964. Cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y en Roma, a donde viajó acompañado de su padre cuando éste fue nombrado director de la Academia Española, pero como recordaba Juan de Contreras, Marqués de Lozoya, "su verdadero, su único maestro fue su padre, cuya técnica asimiló con singular fidelidad".
Hasta qué extremo fue esto así, lo prueba el hecho de que el propio Chicharro Briones, al firmar la mayoría de sus obras lo hace escribiendo Chicharro hijo, recurso que evita posibles confusiones, fáciles no sólo por la semejanza de estilos sino porque Chicharro Briones fue, como Chicharro Agüera, un excelente retratista.
De la amplia serie de retratos que hizo son notables el del ministro Martín Artajo, el del abad del Valle de los Caídos Fray Justo Pérez de Urbel, el del Marqués de Lozoya, el del periodista César González Ruano y el del escritor Walter Starkey. En este último resulta interesante la concepción modernista del entorno en el que sitúa al personaje.
Otros temas a los que también dedicó Chicharro Briones buena parte de su actividad son los religiosos, entre los que se encuentra El Calvario, lienzo de grandes dimensiones que nos acerca a composiciones próximas a Van der Weyden; y de las escenas de género o cuadros de costumbres, de los que es buen ejemplo el titulado Fiesta en el asilo, de mayores dimensiones que el anterior, inspirado en el paterno La casa de Misericordia, aunque dado el momento recreado, sin su patetismo.
A pesar de haberse atrevido con ellos, estos temas no debieron ser muy de su gusto, algo que explica su factura, menos suelta que la empleada en otras obras dedicadas a plasmar tipos y personajes de su propia época, retratos casi siempre, que quedó representada en cuadros como Mujer sobre sofá azul, Retrato de amazona, Adolescente con blusa roja, Niña con collar o Niña sobre caballito de cartón, que son, además de buenas muestras de la pintura realista española que se hacía en los años cuarenta y cincuenta, verdaderos documentos de las modas, vestimentas, maquillajes y aún juguetes de las gentes de la "buena sociedad" de aquel momento.
Hay otras facetas menos conocidas de la personalidad de Chicharro Briones, "artista hasta el fondo del alma -dijo de él Ricardo Borregón-, "solitario, pedagogo de la pintura, fundador del postismo"... y la principal: poeta, reconocida por sus amigos del Grupo 15, cuando prepararon una carpeta a la que daban contenido sus poemas: Nueve cartas a la noche, y una sugestiva serie de grabados firmados por Amalia Avila, Enrique Gran, Manuel Millares, Julio López Hernández, Lucio Muñoz, Francisco Nieva, Angel Orcajo, Antonio Saura, Eusebio Sempere, Manuel G. Raba y Joaquín Ramo, y que fue presentada en La Casa del Siglo XV en 1974. Aquella exposición y los cuadros de la colección de arte de Caja Segovia contribuyen a mantener viva su presencia.
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