Páginas de Segovia entrevista a Ángel Cristo: “Mi trabajo es una rutina preocupante que se rompe casi siempre para mal”.
Hubo que esperar el paso de cuatro generaciones dentro de su familia para encontrar un domador. La tradición circense se dispersaba entre narices coloradas y redondas y equilibrios desde la altura. Pero nadie, hasta él, encerrado en la jaula con las fieras.
Ángel Cristo es hoy uno de los grandes de la profesión en nuestro país, con más de 30 años a su espalda y otras tantas dentelladas y zarpazos en todo su cuerpo. La última, en Segovia, durante su actuación en el recinto de las Ferias, tan sólo unas horas antes de la entrevista que inaugura el perfil de Páginas. ¡Señoras y señores, con todos ustedes, el domador más grande de todos los tiempos... Ángel Cristo!
En la jaula, ¿el león sigue siendo el rey?
Sí, por mucha confianza y experiencia que tenga el domador, no puede olvidarse de que son fieras que nunca pierden su instinto. Yo llevo muchísimos años en la pista, pero no es ninguna garantía; en tres meses he estado dos veces al borde de la muerte.
¿Existe algún paralelismo entre el domador y el torero?
La tensión debe de ser parecida, porque ambos tratan con fieras. Pero el domador está más indefenso porque los leones y los tigres adquieren vicios, y cualquier fallo tuyo resulta más arriesgado. Al toro no le da tiempo, porque sólo se lidia una vez.
¿Has llegado a hacer de tu trabajo una rutina?
Sólo hasta cierto punto, porque es una actividad diaria. Pero es una rutina preocupante, tan débil que se rompe muy de vez en cuando, y casi siempre para mal.
Después de tantos accidentes ¿de dónde sacas la moral para salir de nuevo a la pista?
Es una cuestión de autoestima. Me considero un artista, y cuando llega la hora de dar la cara ante el público, te olvidas de todo lo malo. En el momento en que se abre la cortina y me presentan, miro al público y recibo toda su emoción, tensión y cariño. Es una inyección de vitalidad que me anima a seguir y a hacerlo bien.
¿Cómo se lleva eso de que tus compañeros de espectáculo sean leones y tigres?
Se establece una relación contradictoria. Hace ya tiempo, un león me salvó la vida alejando a otros dos que se habían lanzado hacia mí. Ese mismo león, mientras actuaba aquí en Segovia, se me echó encima con muy malas intenciones; gracias a Dios llegaron rápido mis compañeros y me lo quitaron, le tengo mucho cariño pero nunca pierdo la tensión.
¿Qué conoces de Segovia?
La ciudad la conozco bien, no así la provincia, donde he actuado poco. Me en-canta la parte de la Casa de la Moneda y las Alamedas de El Parral y la Fuencisla. Además, guardo muy buenos recuerdos del Parque Robledo; mis hijos estudiaron en un colegio cercano y allí celebrábamos muchas chuletadas con todos los chicos y los profesores. Me lo pasaba de miedo.
EL TEST
Un deseo en voz alta
-Que se acabe de una vez el terrorismo.
Siempre perdono...
-Pero no olvido.
Una vocación frustrada
-Piloto de aviación.
Un refrán infalible
-Dime con quién andas y te diré quién eres.
LA ELECCIÓN
En verano, playa o montaña
-Siempre montaña.
En la mesa, cordero o cochinillo
-Cochinillo.
En la jaula, leones o leonas
-Leones.
En los ratos libres, familia o amigos
-A veces, prefiero los amigos.
LA ÚLTIMA
Última película que me ha gustado
"Braveheart", de Mel Gibson.
Último libro que me ha gustado
"Diplomacia", de Henry Kissinger.
Último disgusto
El que me ha dado un león en Segovia, más que disgusto, un gran susto.
Última alegría
Ver a mis hijos después de un año. (Estudian en Dublín).
Publicado en Páginas de Segovia en julio de 1996
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