Buenas costumbres
El Ayuntamiento de Segovia hace de papá... y Luquero de mamá
Lo políticamente correcto se ha impuesto en una sociedad que, hasta hace poco más de una década, era una sociedad de adolescentes. Ahora es una sociedad de infantes sin desasnar.
La sociedad española ha cambiado que da gusto verla. Los padres ya no educan. Ahora, de estas cosas, se encarga papá Estado. En nuestro caso, de eso se encarga el Ayuntamiento.
Cuando la sociedad española era adulta, de eso que llaman la “enseñanza pública” se encargaba el Ministerio de Instrucción Pública. La educación siempre ha sido una responsabilidad de los padres. En politiqués diríamos “de los padres y de las madres”. Ahora, la educación es cosa del estado. Del ‘estao’, que diría el socialdemócrata Rajoy y su club de sorayos.
En diciembre de 1931, don Fernando de los Ríos fue nombrado ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. Eran los tiempos de la República.
Don Fernando era un tío con mucha historia. Se quedó huérfano a los cuatro años y estudió en Córdoba el bachillerato de la época, el del siglo XIX. En aquellos tiempos solo aprobaban los buenos estudiantes. Pues bien, el bueno de don Fernando continuó estudiando en la Institución Libre de Enseñanza.
Siendo socialista, Fernando de los Ríos viajó a la Unión Soviética y visitó a Lenin. Fue en 1920 cuando escuchó las palabras de Vladímir Ilich Uliánov: ¿Libertad para qué? Total, que el PSOE de entonces no se hizo comunista.
Unos años más tarde, los socialistas españoles comenzaron su colaboración con la dictadura militar de Primo de Rivera. Pasaron unos años y don Fernando y sus correligionarios entraron en varios gobiernos de la República.
Pues bien, ni don Fernando, ni don Salvador de Madariaga; ni siquiera don Jacobo Fitz-James Stuart fueron ministros de educación. Lo fueron de Instrucción Pública.
Eran otros tiempos, tiempos en los que el Estado se dedicaba a instruir y desasnar a los niños. La educación era cosa de los padres. Ahora es cosa de Carmenas, de Colaus y Luqueros. Ellas nos educan. Mientras tanto, el Estado no nos instruye.
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