El Cristo de los Gascones
Vuelve la Semana Santa, y con ella las vacaciones, los turistas, el ayuno y las procesiones con nuestras mejores imágenes religiosas, bellamente decoradas y adornadas para estos días de Pasión, ayuno y alguna saeta que otra.
En estas fechas, los segovianos podemos contemplar con orgullo, la belleza de algunas de las piezas imagineras más importantes de España, como son los Cristos Yacentes de la Iglesia de San Justo, el de Gregorio Hernández, o los realizados por el insigne Aniceto Marinas para la Iglesia de San Millán, entre otros. Sin embargo vamos a centrarnos en el Cristo Yacente de San Justo, conocido popularmente como de los "Gascones". Su cronología data de los tiempos de la Reconquista, cuando Segovia era una tierra yerma, deshabitada, y frecuentemente sacudida por las huestes moras. Es a finales del S.XII, cuando habitantes de la región francesa de Gascuña, llegaron a nuestras tierras con el objetivo de asentarse en nuestra ciudad, a cambio de beneficios en forma de territorios y de fueros. Según cuenta la leyenda, estos repobladores franceses llegaron a Segovia portando sobre una mula, que murió a las puertas de una ermita morisca, una imagen de un Cristo articulado.
Se le llamó por esto, Cristo de los Gascones, y creó tanta devoción que decidieron construirle la Iglesia que todavía hoy se conoce con el nombre de San Justo.
Se trata de una bella imagen de madera, que refleja las características del estilo románico. Su hieratismo, su simplicidad, su ausencia de expresión, su policromía, hacen de este paso uno de los más bellos de la Semana Santa segoviana.
De autor anónimo, este Cristo que hoy vemos yacente, tiene una peculiaridad que apunta como eran los ritos practicados durante la Semana Santa en los siglos oscuros de la Edad Media; se trata de un Cristo articulado. El Cristo de los Gascones formaría parte de un crucifijo, clavado en una cruz y sería el protagonista del ritual de la Pasión, simulando su descendimiento el día de Viernes Santo, tal y como se observa claramente en una escena pintada en la parte inferior del ábside de la misma iglesia. No sabemos cuando fue su última participación en este rito del descendimiento, pero ya el Marqués de Lozoya en una de sus obras, recuerda como en su niñez, ya veía desfilar este Cristo yacente en su urna dorada, escoltado por seis gascones, cubiertos con armaduras cinceladas del S.XVI.
Marzo de 1997
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