El uranio saca de la modorra al hemiciclo
El uranio que pretende extraer la multinacional australiana Berkeley del yacimiento localizado en la provincia de Salamanca sacó ayer de la modorra al pleno de las Cortes.
Los recurrentes asuntos planteados al presidente de la Junta por los portavoces de PSOE, Podemos y Ciudadanos, despachados rutinariamente por Juan Vicente Herrera con el ventajismo de costumbre, habían sumido en el sopor a la concurrencia. Hasta que llegó el turno del procurador de IU, José Sarrión, que preguntó al presidente sobre los “últimos sucesos” relacionados con esa pretendida explotación a cielo abierto.
De entrada, las alusiones de Sarrión a las represalias emprendidas contra los opositores al proyecto motivaron una fulminante llamada al orden por parte de la presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, quien desde el primer momento se mostró inflexible con el procurador. Éste no modificó su guión y recibió un segundo apercibimiento con advertencia expresa de que le podía ser retirado el uso de la palabra. Después de lo cual Sarrión concretó por fin los “últimos sucesos”, consistentes en la ejecución sin licencia de determinas obras (desvío de carreteras y construcción de una balsa) que se han llevado por delante mil encinas del campo charro. “Mientras el Seprona denuncia la ilegalidad, la Junta permite que las obras continúen”, denunció el procurador.
Después de una respuesta de Herrera saliéndose por la tangente, Sarrión volvió a la carga dejando caer que la multinacional “ha podido untar” (sic) a miembros del PP, en clara alusión a la mediación del conseguidor Manuel Lamelas, antiguo subsecretario del ministerio de Agricultura, ante el comisario europeo Miguel Arias Cañete. Las palabras del procurador fueron inmediatamente jaleadas por miembros de la plataforma “Stop Uranio” que seguían el pleno desde la tribuna de invitados. Dicha actitud, combinada con la exhibición de camisetas con leyendas contrarias al proyecto, dio lugar a que la presidenta ordenara su inmediato desalojo, que se produjo no sin cierta tensión entre gritos de “No a la mina”.
Recobrada la normalidad, el presidente utilizó el turno que le quedaba para recriminar al procurador que se valiera de su “inmunidad parlamentaria” (sic) para deslizar esas acusaciones de corrupción. Aunque el verdadero roce de Sarrión no fue tanto con Herrera como con la presidenta de la Cámara, que no las había tenido con nadie tan tiesas desde su último encontronazo con el vicepresidente de la Junta.
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