DESPERTAR CADA DÍA
Futuro incierto
"No soy amigo de los típicos tópicos, pero parece que la historia se repite y con la venda en los ojos no queremos ver lo que parece avecinarse sin remedio aparente".
Una extraña sensación de precipitación de acontecimientos me martillea cada vez que las noticias, siempre pesimistas, anuncian a diario en Europa el alza de los nacionalismos, cierta debilidad de los países democráticos, graves crisis económicas y, sobre todo, el auge del fascismo. Estas fueron las razones, según un nutrido grupo de historiadores, que provocaron la Primera Guerra Mundial, siendo la segunda una horrible consecución de lo que quedó sin resolver de la primera. (Perdón por el trabalenguas).
Creo que no aprenderemos. Yo soy de la generación de los afortunados; privilegiados, diría mejor, que hemos nacido y crecido sin sufrir los efectos directos de una guerra y las devastadoras consecuencias de la posguerra. No necesito vivir en mis carnes lo que tan documentado se muestra en todo tipo de formatos y al alcance de cualquiera que quiera ver las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer por el poder, o por incomprensibles radicalismos territoriales, socio-políticos y religiosos.
No soy amigo de los típicos tópicos, pero parece que la historia se repite y con la venda en los ojos no queremos ver lo que parece avecinarse sin remedio aparente. Desde Estados Unidos, potencia mundial y garante en la OTAN de la seguridad de los países firmantes, el giro de ciento ochenta grados en política internacional que el energúmeno de Trump ha generado es cuanto menos preocupante. El crecimiento de la ultra derecha en Francia, Austria, Italia y Alemania es alarmante. Todo ello agravado con una crisis de refugiados sin resolver que descubre las vergüenzas de los socios de la Unión Europea, incapaces de dar solución a un drama sin paliativos.
Las diferencias socioculturales de países como Turquía son un escollo para una posible consolidación de una U.E. , que se desquebraja haciendo aguas en asuntos primordiales para la deseada unificación y defensa de los valores comunes. El brexit tampoco ayuda, y pone de manifiesto que cada cual, y perdón por la expresión, se lame su rabo.
Por otro lado, la cruenta guerra a cuenta gotas que los radicales terroristas yihadistas van zurciendo, consigue minar la paciencia y vulnerar la sociedad de bienestar a la que estamos acostumbrados. Como una mosca cojonera, consiguen su propósito desestabilizando la sociedad occidental y su forma de vida. También poco a poco suman adeptos a sus filas provocando una estudiada islamofobia con cada objetivo en sus asesinatos y actos terroristas.
Nada anima a pensar que en los años venideros prime la cordura, el entendimiento y la razón. Aunque no debe sorprendernos; nunca ha sido así.
Intentando ser optimista, me quedo sin argumentos para defender otra idea que no sea el inevitable enfrentamiento que habrá de llegar más pronto que tarde.
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