El futuro no está por venir, está por hacer
Carta abierta a Cristian Fernández Giner tras la publicación de ‘Futuro incierto’ en su blog ‘Elucubrando’.
Señor Fernández Giner, permítame usted que le llame Cristian. Pues bien, una vez permitido el tuteo, te contare unas cuantas cosas que, poco a poco, y a base de Kindle y libros de bolsillo, una aprendió en sus años mozos y sus décadas de madurita interesante.
Un buen día de noviembre, cinco mujeres, cinco, como en los toros, celebramos la victoria de ese que usted llama energúmeno y yo llamo hortera de bolera. Sí, hablo de Trump. En Torrecaballeros nunca pudimos ver a una killer como la Clinton o a un farsante como Obama.
Hecha esta precisión, pasaré a lo que afirmas al principio de tu entrada en ‘Elucubrando’. La primera enmienda, y más importante, es que Europa nunca ha conocido la democracia. Nunca es nunca. En la vieja Europa decimonónica a lo más que se llegó fue a conocer la representación política. La representación del elector en pequeños distritos que elegían a un representante. Sí, era una imitación del envidiable parlamentarismo británico asentado tras la Revolución Gloriosa de 1688.
Antes de que Italia o Alemania existieran como estados nacionales, el viejo Reino de Cerdeña, que tenía su capital en Turín, elegía a sus representantes. Fíjese que cosas, siglos después, los españoles no podemos elegir a los nuestros. Tras la unificación italiana, el nuevo estado copió el sistema parlamentario de los Saboya. El sistema electoral cambió al finalizar la Gran Guerra. Del sistema representativo del elector se pasó al sistema proporcional de partidos. Después, un socialista llamado Mussolini introducía pequeños cambios con la llamada Ley de Acerbo. El sistema proporcional permitía, por primera vez en la historia, el nacimiento del fascismo.
En España, el sistema electoral consagrado por eso que llaman Constitución Española es el mismo que impuso Mussolini y su parlamento de partidos. Qué cosas nos enseña la historia. Le contaré más curiosidades de esta vieja Europa continental podrida y cobarde, pero, para eso, nos vamos a otra nación.
Al finalizar la Gran Guerra, los socialdemócratas alemanes, principalmente, crearon la República de Weimar. La República, gobernada por los socialistas, impuso las listas de partido y el sistema proporcional. Y pasó lo mismo que en Italia. La república de Weimar parió a Hitler que, al igual que Mussolini, se hizo con el poder apoyado por toda la masa obrera que siempre votó a los socialistas.
Lo mismo que en Italia o Alemania pasó en toda Europa. Lo que entonces se llamó nacionalismo, que en realidad era estatismo, se adueñó de las viejas naciones de la Europa continental y las llevó a la barbarie de la Segunda Guerra Mundial que comenzó con la alianza de comunistas y nazis repartiéndose Polonia y desfilando juntos en Brest-Litovsk el 22 de septiembre de 1939.
De la barbarie nazi nos libraron los norteamericanos. Pero eso es historia para otro día y para otra carta. Sepa usted una curiosidad que pocos cuentan. Tras la ocupación soviética de los países del telón de acero, el imperialismo comunista impuso un sistema de elección proporcional. Igual que el nuestro, igual que el de los fascistas.
En la Alemania del este, los comunistas tenían el mismo sistema electoral al que usted, erróneamente, llama democrático. La CDU de Merkel, o el Partido Liberal iban en las listas confeccionadas por el estado comunista. Y una curiosidad más. En la España franquista, la ley electoral era proporcional, igual que ahora. Sí, con Franco también se votaba. Y con Stalin o Mussolini. Pero votar no es elegir.
Para finalizar, y ahora le trato de usted, le citaré a un gran primer ministro del Reino Unido del siglo XIX: William Gladstone. Gobernó el Imperio Británico desde Londres. Fue elegido en su distrito y fue jefe de gobierno. Si a Gladstone, como a cualquier representante de ingleses, galeses o escoceses de la época usted le hubiera dicho que Reino Unido era una democracia, le hubiera corrido a gorrazos.
El sistema representativo británico nunca ha sido una democracia. Nunca ha tenido separación de poderes. La Cámara de los Comunes representa a la Nación, un logro desconocido en la Europa continental que, salvo Francia, carece de representación política.
Don Cristian, no se apure usted por la Unión Europea. La UE ha muerto por su propia corrupción y poder sin control. Los estados de partidos han acabado con una Unión Europea igual que en España acabaron con las cajas de ahorros. La UE ha sido la continuación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero creada tras la guerra. Ese invento nacido en Washington para que los estados europeos, con listas electorales y sistema proporcional, no liaran otra como las que liaron en 1914 o en 1939.
Precisamente fue la propaganda americana, obligada a convencer a una población que nada quería saber del conflicto bélico europeo en 1914 o en 1939, de que tenían que ayudar a las democracias europeas. Vamos, que los millones de jóvenes americanos que vinieron a combatir y morir en Europa, fueron agitados y alistados con una gran mentira.
En fin, que me despido. Dejamos la conversación para otro día a medio camino entre sus dominios de Peñalara y los míos de Torrecaballeros. Podemos quedar en Los Pintos de Trescasas mientras Chari compra en el Patas el tabaco y la lotería que nos mantiene. De la comida se encarga mi madre. Que así sea.
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Vientoscardinales.com | Lunes, 27 de Marzo de 2017 a las 00:08:06 horas
Me rindo a la evidencia querida Aurora y, desde su punto de vista, mucho más ilustrado, que duda cabe, me alegra saber que las conclusiones son las mismas.
Quizá un futuro menos incierto desde la comprensión de la falta de decisión de los pueblos que conforman la vieja Europa.
Una realidad de difícil calado para los soberanos traseros de los mandatarios que todo lo pueden y nada parecen saber.
Un saludo desde mis cumbres, donde consigo divisar el futuro claro con la luz del alba en cada nuevo amanecer.
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