Con el pregón del sábado comienzan los actos de una Semana Santa en la que las cofradías pondrán más fervor si cabe tras la buena nueva recibida hace unos días en una carta del Ministerio de Economía.

José Antonio Velasco no daba el pregón en la catedral, lo hacía en la vecina iglesia de San Miguel, más austera que la catedral pero llena de fieles que escucharon sus palabras. Es el prólogo a la Semana Santa de Segovia.

Antes del pregón entraban en la Plaza Mayor de la ciudad los heraldos a caballo, con su pergamino en las manos, para anunciar que la lectura del pregón se realizaría muy cerca, en la iglesia donde fuera proclamada reina Isabel I de Castilla.

Los heraldos estaban acompañados por bandas de cornetas y tambores de varias cofradías segovianas. Se escucharon las marchas interpretadas por la banda de la cofradía del Cristo de los Gascones y de la Flagelación del Señor.

El pregonero destacó lo que significa la celebración de esta Semana. Un recuerdo de los últimos días de la vida de Cristo Crucificado. ‘El árbol de la vida’ con el que se identifica la fe de los cristianos. También aludió al arte sacro que se pasea en las procesiones católicas por todo el mundo para celebrar la muerte y resurrección del Señor. Unas procesiones que no sólo celebran ofrenda de la muerte del Hijo; que celebran su Resurrección y dan sentido a su vida y su palabra.

Velasco también se extendió durante el pregón en la importancia de las procesiones. Las imágenes, las cofradías, las bandas de música o los penitentes transmiten una fuerza expresiva que no pretende poner en escena la injusta crucifixión de un hombre, sino que ese hombre es el Dios que muere para redimir nuestros pecados.