Nuestra semilla es nuestra
En este sector tan acostumbrado al desinterés general por los problemas que atraviesa, donde rara vez se toman medidas inmediatas ante problemas antiguos, sorprende la rapidez y diligencia con la que el SEPRONA se está empeñando en perseguir a los agricultores que utilicen semillas que, como a los inmigrantes expulsados de sus países por el hambre y la guerra, califican de “ilegales”.
Las semillas, que son la clave de la producción agraria y, por tanto, de la alimentación de la humanidad, resulta que ya no pertenecen “legalmente” a quien las ha cultivado en su campo y las ha recolectado y almacenado, como así ha sido durante milenios. En esta sociedad avanzada resulta que hay seres humanos ilegales y también que es ilegal reutilizar tus propias semillas, pero no lo es especular con las materias primas de las que depende la alimentación de millones de personas.
Pero no hay que preocuparse, porque es muy fácil convertir tu semilla en “legal”: basta con pasar por caja. Y el dinero que pagas se va a Geslive para su distribución entre las empresas obtentoras de las variedades que se trate. Da igual que ya hubieras pagado cuantiosamente al adquirir la semilla R1 para compensar la investigación y desarrollo invertidos por la empresa en la obtención de dicha variedad; ellos quieren cobrar todos los años que tú la utilices. Recordemos que Geslive es una asociación formada por obtentores de semillas que, amparándose en los derechos de propiedad industrial sobre las variedades protegidas, se dedica a gestionar la recaudación de tasas a agricultores que utilicen su propio cereal para sembrar. En otras palabras, Geslive es la Sgae del campo.
Pero que las empresas de semillas quieran ganar más entra dentro de la lógica; lo que realmente sorprende y llama la atención es el empeño con el que las fuerzas de seguridad están entrando en las naves de los agricultores, tomando muestras e imponiendo sanciones... Un gran empeño en salvaguardar intereses muy concretos de empresas muy concretas, y que se contrapone abismalmente con el interés mostrado cuando se trata de defender otros intereses más generales como, por ejemplo, la seguridad de los pocos vecinos que van quedando en los pueblos, o la de las propias instalaciones agrícolas o ganaderas.
Pienso, y como yo miles de profesionales, que hay algo de indecente en este asunto. Se ve claramente como los lobbis fuerzan las normativas en su propio beneficio, y una vez con la ley a su favor, no se paran en las amenazas e intimidación que han venido ejerciendo contra los agricultores sino que además parecen gozar del apoyo entusiasta de la guardia civil y, por tanto, de quien los manda, para que sus intereses prevalezcan.
Todos los días oímos bonitos discursos sobre la importancia de la agricultura, de los enormes compromisos asumidos por la administración a la que representa quien lo proclama... pero entre tanto es posible que esa misma persona haya enviado a los agentes del orden a husmear entre el grano que has guardado en tu panera. Para facilitarte la vida, oye.
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