Días de lluvia
"Me llama la atención lo extremo que es el ser humano. Aceptamos una serie de comodidades para siempre, como nuestro patrimonio y pensamos que más allá de ellas no podremos sobrevivir".
No hace mucho tiempo, una amiga mía me comentaba que a ella los días de lluvia la deprimían. Yo, que a veces hasta soy práctico, no pude evitar llevarme las manos a la cabeza. Con los miles de imponderables que influyen en nuestro ánimo, aceptar así, frontalmente, que una sola condición ya puede estropearnos un día me parece suicida.
Entre bromas de mayor o menor gusto acerté a decir que, por fortuna para ella, no vivíamos en Irlanda o en cualquier país en los que los días de lluvia son más que los soleados. Ante este argumento me contestó que ella, en tales circunstancias, se moriría…
Me llama la atención lo extremo que es el ser humano. Aceptamos una serie de comodidades para siempre, como nuestro patrimonio y pensamos que más allá de ellas no podremos sobrevivir. Sé que la apostilla de mi amiga no debe tomarse al pie de la letra, pero sí, indica un ánimo ante esa situación probable. Por otro lado, está la realidad del animal, un mamífero capaz de adaptarse a cualquier situación extrema o de sobrevivir en condiciones tan duras que las llegaríamos a tildar de infrahumanas.
Por eso, cuando en estos días aciagos del cambio climático damos por hecho grandes hecatombes e incluso el final de la vida en la tierra tal y como la conocemos yo me pregunto ¿hasta dónde podría aguantar el hombre?
Es un hecho que estamos degradando el medio y que, a este paso, en períodos relativamente cortos, podremos comprobar el efecto de nuestra política de “barra libre” con el planeta tierra. Pero ¿podrá la especie humana adaptarse a un medio distinto y por ello hostil?
Sinceramente, creo que sí. Como siempre lo haremos de forma ordenada. Primero los que tengan pasta y luego el resto, porque la supervivencia también será una cuestión de dinero. Y como por el dinero pasa todo, mostraré mi pesimismo ante posibles actuaciones que pretendan evitar que la cosa, la del cambio climático y demás contaminaciones del planeta, vaya a mayores. Mientras el mundo se mueva por y para el dólar, el euro o similares dará lo mismo que todo se vaya al carajo. Sólo importará la producción y el lucro.
¿Podemos culpar a alguien de todo esto? Seguramente debiéramos empezar por nosotros mismos. Somos pasivos y no controlamos el consumo. Y además, ante según qué circunstancias, nos daría igual todo. Imaginen que están en el Amazonas y el gobierno les impide cazar una especie determinada de bicho alegando que es una especie protegida. Podrán respetar esa orden… Hasta que un día piensen que es la comida de sus hijos y entonces cogerán al animalillo en cuestión lo abatirán a pedradas, balazos o a mordiscos, venderán su piel y se harán un asadito con lo que quede. ¿Algo parecido a lo que ocurre cuando se bombardea un país?
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