Los centros tecnológicos, denigrados por la consejería de Economía
En un vano intento de blanquear su oscura imagen, asociada al despilfarro, al nepotismo y a la corrupción, la Agencia de Desarrollo Económico (ADE) pasó a denominarse hace algo más de un año Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León.
Un mero cambio de denominación, que no de enfoque ni de cultura de gestión de este engendro dependiente de la consejería de la consejería de Economía y Hacienda y que no por casualidad tiene su cuartel general ni más ni menos que en la célebre “Perla Negra”.
Ya que sus responsables, con la consejera Pilar del Olmo a la cabeza, están incapacitados para soltar todo el mucho lastre que tendrían que soltar para reconvertir dicho ente en un instrumento realmente eficiente y útil para el desarrollo económico, la última ocurrencia que han tenido es la de gastarse 240.000 euros encargando a una consultora madrileña un estudio para rediseñar la red de centros tecnológicos existentes en la comunidad.
Al margen de pulirse dicha pasta en lugar de abordar el trabajo desde el propio Instituto -que otra cosa no, pero de plantilla anda más que sobrado- la cosa podría tener un pase si dichos centros tecnológicos, un total de cinco, fueran empresas públicas sostenidas gracias al Presupuesto de la Junta. Pero ocurre que ninguno de ellos es uno de esos múltiples chiringuitos de la ruinosa Administración B de esta comunidad autónoma, sino fundaciones de carácter privado que han sobrevivido a la crisis con gran esfuerzo y a pesar de la decreciente aportación económica de la consejería de Economía.
Los responsables de Cartif y Cidaut, que tienen sus instalaciones en el parque tecnológico de Boecillo, Inbiotec (León), el ITCL de Burgos y el CT de Miranda están que fuman en pipa con el el viceconsejero de Economía y Competitividad, Carlos Martín Tobalina, quien se ha permitido cuestionar abierta y públicamente la operatividad, eficiencia y sostenibilidad de unos centros que afortunadamente escapan al control de la consejería.
La respuesta de Cartif no se ha hecho esperar y a través de un comunicado oficial ha recordado al osado viceconsejero que se trata de un centro privado tan financieramente sostenible que carece de deuda bancaria. Y ello cuando la financiación directa por parte de la Junta entre 2010 y 2015 ha representado un 9,14 de sus ingresos totales, porcentaje que en el bienio siguiente descendió al 5,7. Tobalina, uno de los supervivientes del anterior equipo de la consejería de Economía, ha perdido la doble oportunidad de ahorrar 240.000 euros al erario y de no denigrar gratuitamente a unas fundaciones privadas que, pese al escaso apoyo de la Administración Autonómica, cumplen sus objetivos de manera más que satisfactoria. Pero ya se sabe lo inútil que es pedir peras a Del Olmo.
El topillo de Castilla y León
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