El efecto-llamada de la laxa exigencia medioambiental de la Junta
“El gobierno zombi de Juan Vicente Herrera está fomentando con su laxa política medioambiental de siempre la proliferación de macrogranjas ganaderas”.
Incapaz de articular medidas, no digo ya planes, que atajen la sangría demográfica, el gobierno zombi de Juan Vicente Herrera está fomentando con su laxa política medioambiental de siempre la proliferación de macrogranjas ganaderas que, lejos de crear empleo y asentar población, pueden suponer la puntilla definitiva al moribundo medio rural de Castilla y León.
El caso de la macrovaquería proyectada en el municipio soriano de Noviercas es paradigmático. Ante las dificultades para colar el proyecto en la comunidad foral, la cooperativa navarra valle de Odieta ha elegido dicha localidad para instalar la mayor explotación láctea de Europa: 20.000 vacas de ordeño para producir 180 millones de litros de leche al año, generando unos 250 empleos tras una inversión cercana a los 100 millones de euros.
Planteado así, toda una bicoca. Pero si se tiene en cuenta que dicha macrogranja abocará al cierre a varios centenares de pequeñas explotaciones lácteas, con sus correspondientes empleos, sus efectos serán demoledores para la ganadería tradicional y por ende para la conservación de la especie humana en la ya casi desierta provincia soriana. Y si a ello se añade el impacto medioambiental derivado de la evacuación de 368.000 toneladas anuales de purines y estiércol, el invento acabaría resultando catastrófico, arruinando definitivamente cualquier alternativa de desarrollo sostenible.
El decidido apoyo del PSOE soriano a este proyecto supone todo un lastre para los socialistas de Castilla y León, cuya argumentación se resiente a la hora de afrontar la actual proliferación de macrogranjas, mayormente porcinas, en la comunidad, en buena parte estimuladas por la laxitud que caracteriza a las declaraciones de impacto ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, capitulo en el que el antiguo viceconsejero y hoy director general supuestamente de Calidad y Sostenibilidad Ambiental, José Manuel Jiménez Blázquez, sigue haciendo de su capa un sayo mientras el consejero tuerce la naríz hacia otro lado menos pestilente.
Aunque me temo para él que la creciente respuesta vecinal que se está encontrando la Junta contra este tipo de macroexplotaciones, como la surgida en el municipio soriano de Cidones y en varios de la provincia de Zamora, como Cerecinos de Campos y Pozuelo de Tábara, van a obligar a pisar barro al atildado “Pañuelitos”...
El Topillo de Castilla y León
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