Aurora Limón

Casado ha ganado por goleada a Sáenz de Santamaría. Los que han olfateado la posibilidad de triunfo del diputado durante un largo mes de julio lo celebran. Otros, a tres días del Congreso, ni olían la necesidad de renovación y supervivencia que sentía parte de la menguada e insignificante militancia popular.

Buena parte de los votantes del PP han estado huérfanos desde que el clan sorayista se hizo con el partido. La falta absoluta de principios de los sorayos se hizo con las riendas del poder desde el congreso que encumbró al rajoyismo en Valencia. Ese día decidieron esperar. No fueron capaces de conquistar el gobierno con sus armas. Esperaron a que el electorado del enemigo tirara la toalla ante el desastre en el que Zapatero dejó a España.

Tras un desastre vino otro. Los sorayos, instalados en Moncloa, subieron los impuestos a niveles nunca conocidos. Todo el crecimiento económico se ha basado en dejar una inmensa deuda sobre las futuras generaciones. Por cada euro de crecimiento del PIB, el gobierno de Rajoy nos endeudaba en más de dos. Un desastre malamente ocultado y que continuará agrandando Sánchez.

Ahora toca seguir con las mismas medidas. Los sorayos en poco se diferencian de los sanchistas: Demagogia a borbotones, gasto clientelar, palabrería y grandes dosis de nepotismo. Puro consenso socialdemócrata.

Un buen grupo de compromisarios y militantes del PP han reaccionado ante el abandono de sus votantes. Ya que los españoles no pueden elegir a un pobre alcalde o a un triste diputado, los ‘compromisarios’ han optado por cambiar de fórmula. Tratan de volver a las esencias, que no a los principios, de los que siempre han carecido los partidos de la Transición.

Casado ha despegado pese al placaje de los sorayos y 'abobados' del estado. Ha sufrido las peores campañas de agitprop orquestadas por los grandes medios de comunicación con dosieres preparados por la malvada bruja. Pero el final ha sido de cuento para el nuevo presidente del PP.

Pocas veces se sale de la quema en una campaña de destrucción civil y personal de cutre y clara factura bolchevique. Y Pablo ha salido. Despegó durante una entrevista de radio y ha tenido un aguante que es poco común. Algo que pocos han logrado en el régimen del 78.

El 57% de los votos ha dado la victoria a Casado frente al 42% que cosechó Soraya Sáenz de Santamaría. "No os voy a defraudar", afirmaba el nuevo jefe de la oposición.

Tras escuchar su discurso, sin papeles y con unas cuantas ideas básicas, una conclusión: Casado, aunque ha leído, no saldrá de la confusión. Le pasa lo mismo que a Rivera o a Sánchez. Casado ha metido en su discurso la puñetera frase de Ortega y Gasset: “España es un proyecto sugestivo de vida en común”. Y España nunca ha sido ni será un proyecto.

Esa frase, esa maldita frase de Ortega, la tienen metida en la cabeza todos los jefecillos de los partidos que viven del Estado y putean a la sociedad civil. La célebre frase sirvió para la fundación de Falange en el Teatro de la Comedia. Esa frase de Ortega, desconocedor de la realidad histórica de España, es la que sustenta el régimen de partidos, incluidos los racistas vascos y catalanes.

Cuando llegaba el final de la comedia, Paco Vázquez se mojaba. Con poco olfato, y unas huestes reducidas a la nada en las votaciones a primarias, el jefe del PP segoviano se apuntaba a la candidatura de SoraYa.

Pero SSS se dedicará a lo que los sorayos siempre han aspirado. A falta de poder, bueno es el dinero. Entre las empresas en bancarrota salvadas por la poderosa Soraya siempre habrá un lugar para ella. Ni es la primera ni será la última.

‘Non, rien de rien, non je ne regrette de rien’

Imagen: Compromisarios segovianos junto a Rajoy. @PopulareSegovia