“Sobre el casar de Navafría, casi oculto por la densa vegetación natural que le rodea, destaca la torre prismática de su iglesia parroquial de San Lorenzo”.
Aunque Navafría (Segovia) se recuesta en plena Sierra de Guadarrama, para instalar la villa sus primeros pobladores buscaron un lugar llano y abundante en aguas, las que bajan de los montes guadarrameños que convierten a sus entornos en unos acogedores parajes naturales dignos de ser disfrutados y paseados.
Algunos de estos parajes son el área recreativa de El Chorro con su imponente cascada, el Pozo Verde con su leyenda de los dos amantes, rodeados de pinares (Pinar de Navafría), así como el paraje de la Virgen de las Nieves, donde los navafrieños celebran romería el tercer domingo del mes de julio, ocupando las campas de Navalcollado situadas a más de mil setecientos metros de altitud, que ya desde tiempos históricos eran visitadas por los ganados que llegaban a estas altas sierras del Puerto de Navafría a través de la Cañada Real Soriana.
Sobre el casar de Navafría, casi oculto por la densa vegetación natural que le rodea, destaca la torre prismática de su iglesia parroquial de San Lorenzo, edificio sencillo y austero que de tiempos románicos conserva una portada a la cual acompaña otra - ya gótica y cegada - con alfiz, y decoración con pequeñas esferas. Su planta se reparte en tres naves, en cuya cabecera destaca el retablo mayor con el santo titular y una imagen de San Sebastián, que pertenecía a una ermita ya desaparecida, pero de la que todavía se conserva su festividad (20 de enero), en la que intervienen personales (todos ellos femeninos) conocidos con los nombres de “la quitaverguenzas”, “la capitana”, “la del palillo”, etc.
Pero Navafría es famoso por “El Martinete”, ingenio ferrero preindustrial (s. XIX) declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León, donde las aguas del río Cega junto con los grandes desniveles del terreno, proporciona la fuerza motriz, que por un lado mueve un rodezno que a su vez impulsa a un gran martillo pilón (martinete), el cual es capaz de dar más de 150 golpes por minuto sobre el yunque. Dos fueron los “martinetes” que tuvo Navafría, el Martinete “de arriba y el de abajo”, el primero desapareció en la Guerra Civil española, y el segundo es el que todavía se conserva como verdadera joya etnográfica, pues en él los maestros caldereros fabricaban “batiéndose el cobre” calderos, calderas, potes, braseros y calientacamas, entre otro tipo de enseres, que luego eran vendidos por la comarca y fuera de ella.
Era Rural Reportajes / Almudena Rico
Publicado en noviembre de 2010
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