El PP y el síndrome-psicosis del "efecto Vox"
Aunque no el cuadro clínico está muy generalizado, el síndrome-psicosis desatado por el “efecto Vox” tiene especialmente atacado de los nervios a los dirigentes del PP, que han optado por la peor estrategia posible para neutralizarlo: intentar achicar su espacio político a base de invadirlo disputándole sin complejos sus estandartes más reaccionarios y casposos. Una receta fallida, ya que, llegado el caso, en caso de duda siempre se prefiere el original a la copia, máxime si cuando la segunda apesta a tardío oportunismo electoral. Y prueba de la ineficacia de esa receta es el sondeo de Sigma Dos publicado hoy por “El Mundo”, según el cual el partido de Santiago Abascal obtendría en unas hipotéticas elecciones generales entre 43 y 45 escaños del Congreso, la mayor parte de ellos a costa del PP, que perdería entre 63 y 67.
Hasta su irrupción en las elecciones andaluzas, el PP no veía en Vox un competidor electoral. Y sin embargo, su principal caldo de cultivo, el separatismo catalán, ya estaba alimentando el monstruo. Una muestra de ello fue lo ocurrido en Valladolid el pasado 28 de septiembre, fecha anterior al aldabonazo que supuso el mitin celebrado en el Vistalegre madrileño. Ese día Abascal abarrotó el teatro Cervantes, ello sin que en ningún medio se hubiera anunciado previamente de su presencia, que apenas tuvo tampoco eco informativo posterior.
El síndrome-psicosis antes referido explica la sobreactuación del PP en defensa de la tauromaquia, la caza, las tradiciones navideñas y todo aquello de lo que Vox viene haciendo bandera. También explica posturas como la mantenida por el presidente provincial del PP de León, Juan Martínez Majo, sobre la ocurrencia de su correligionaria y alcaldesa de Cubillas de Rueda, Agustina Álvarez, quien ofreció el cementerio municipal para acoger los restos de Francisco Franco. Lejos de desautorizar dicha oferta, Martínez Majo dijo que se trataba de la “decisión autónoma” de una alcaldesa y un gobierno municipal “libre de adoptar las decisiones que considere oportunas”. Una reacción muy medida, sin duda para no molestar a ningún elector del PP que tenga la tentación de pasarse a Vox.
Nada que ver con la reacción del PP de Salamanca ante el comportamiento del alcalde de Pajares de la Laguna, Juan Antonio Benito de Dios, aquel que remitió al Senado una carta plagada de insultos, entre otros, hacia el propio presidente de la Cámara Alta, Pío García Escudero, y el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. El PP salmantino -bien es verdad que forzado por las circunstancias- desautorizó y obligó a pedir públicas disculpas a Benito de Dios por una carta en la que arremetía contra el amparo por la Mesa del Senado al senador Carles Mulet ante los desprecios sufridos por parte del edil en relación con el incumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica (según el edil de “memoria histérica) por parte de dicho ayuntamiento.
Permítasele a “El Topillo” dudar que en estos momentos el PP hubiera actuado con la misma contundencia.
El Topillo de Castilla y León
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