Tudanca también sufre su "fuego amigo"
A diferencia de otras fuerzas políticas que no hace falta señalar, el secretario autonómico del PSOE, Luis Tudanca, quien en su día llegó a tener en contra a seis de los nueve secretarios provinciales, que, apostando por Susana Díaz, pretendían desbancarlo de la baronía del partido en la comunidad, afronta el reto de reconquistar la presidencia de la Junta sin conocidas tensiones internas que lastren las posibilidades de su candidatura.
Sin embargo, Tudanca no puede sustraerse a la contestación interna -principalmente los dinosaurios que se creen depositarios de las esencias y determinados barones territoriales preocupados mayormente por lo suyo- suscitada por la estrategia arriesgada estrategia del gobierno Sánchez sobre el diabólico “procés” catalán. Y ayer, tan pronto se levantó la polvareda del “relator”, vio como a la diputada socialista por Valladolid y antigua portavoz del grupo en el Congreso, Soraya Rodríguez, le faltó tiempo para salir dando tres cuartos al pregonero y echarle una mano (naturalmente, al cuello) al presidente del gobierno y secretario general del PSOE.
Se comprende la incontinencia verbal de los abuelos Cebolleta e irrefrenable afán de no perder protagonismo de los González, Guerra, Rodríguez Ibarra y otras egregias figuras del pleistoceno socialista. También se entiende que el miedo a perder sus poltronas les haga guardar la viña a los ínclitos barones, alguno de los cuales, como García Paje o Lambán, tampoco se callan ni debajo del agua. Pero, ¿a qué viene que una diputada, en lugar de plantear su discrepancia en el seno del grupo parlamentario, atice públicamente la voracidad incendiaria de la tripartita derecha patria. Para el sanchismo, la respuesta es obvia: Tras su activa contribución al derrocamiento de la primera Ejecutiva Federal de Sánchez y su entusiasta apoyo al susanismo, Rodríguez sabe que le quedan de diputada exactamente los días que falten para la convocatoria de nuevas elecciones generales.
Otra cosa que no le hace ningún favor a Tudanca es la falta de tacto de algún secretario provincial que no se caracteriza precisamente por su talante dialogante e integrador. Es el caso de la vallisoletana Teresa López, por lo demás completamente afín al secretario autonómico. Su abrupto carácter, a la vez que la concentración de cargos que acapara, está en el origen del doloroso portazo que, después de más de 40 años de militancia, ha dado al partido el alcalde de Villalar de los Comuneros. Tanto por la impecable trayectoria de este veterano alcalde, como el simbolismo que encierra la emblemática localidad, la baja de Luis Alonso Laguna es especialmente lamentable.
Ignorado por la dirección provincial, le cuentan a “El topillo” que la gota que ha colmado el vaso ha sido que no fuera López quien se dignara en llamarle, sino un asesor de ella en el grupo socialista de la Diputación, el que sondeara en nombre del partido su disposición a volver a presentarse a la alcaldía en las municipales. También podría incluirse en el mismo capítulo la indolencia con la que la secretaria provincial del PSOE ha asumido la retirada de la primera línea política del alcalde de Tordesillas, José Antonio González Poncela, otro socialista de trayectoria intachable y probado tirón electoral, cuya moral empezó a verse minada aquel día que se enteró por la televisión -a través de esa insólita llamada en directo de Sánchez al programa de Jorge Javier Vázquez- del compromiso que adquiría el máximo dirigente del PSOE de suprimir el polémico Toro de la Vega tan pronto como llegara a La Moncloa.
El Topillo de Castilla y León
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