El insólito rapapolvo de Magdalena Valerio a Octavio Granado
Confieso que la ministra Magdalena Valerio goza de mis simpatías. Cuando llegó al Gobierno, hubo dos hechos que me hicieron empatizar con ella. Uno fue conocer su fortaleza de ánimo para sobreponerse a la adversidad de sufrir un cáncer; el otro fue el bochornoso machismo con el que fue acogido su nombramiento por algunos ilustres de la caverna mediática. Después, me ha gustado la espontánea sinceridad con la que se expresa, de la que constituyó buena muestra aquel “¡me han metido un gol por toda la escuadra”! que pronunció al saber que había sido inscrito sin su conocimiento un sindicato de trabajadoras de la prostitución.
Pero lo que le ha hecho ayer a su Secretario de Estado de la Seguridad Social, nuestro paisano Octavio Granado, simplemente no es de recibo. Como subordinado suyo que es, está en su perfecto derecho de echarle en privado todas las broncas que considere oportunas, incluso, si es que no le soporta, proponer su cese al presidente del Gobierno, aunque a estas alturas algo así resultaría un tanto insólito.
Aunque no es menos estrafalario que una ministra eche un rapapolvo en público del tenor del que Valerio ha dedicado a Granado, que no es precisamente un recién llegado a la política que pueda meter la pata por su bisoñez. "Opina en alto, va a conferencias, a charlas, él opina, opina... y a veces no se da cuenta de que forma parte de un Gobierno. Sabe mucho, es un buen técnico de la Seguridad Social... y de vez en cuando tengo que ir yo aclarando algunas cuestiones”, declaraba ayer con un cabreo supino a propósito de lo declarado por el Secretario de Estado un día antes en torno a una posible modificación de las pensiones de viudedad.
Octavio Granado no es precisamente un novel en la política. En 1983, tras ser elegido procurador en las primeras elecciones autonómicas, fue designado senador autonómico en representación de las Cortes de Castilla y León. En aquel momento, simple cuestión de edad, Magdalena Valerio tenía 23 años y estudiaba Derecho en la Universidad Complutense. Y hasta 16 años más tarde, en 1999, no accedería a su primer cargo público, que fue el de concejala del ayuntamiento de Guadalajara.
Aparte de todo lo anterior, la ministra equivoca al personal al calificar a Granado como “un buen técnico”, definición casi insultante para alguien con la larga y sólida trayectoria política del burgalés, que, aparte de sus cargos públicos, llegó a ser Secretario de Economía de la Ejecutiva Federal del PSOE encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero. El hecho de que conozca como pocos la situación de las pensiones, ya que durante los gobiernos de Zapatero (2004-2011) ocupó ya esa misma Secretaria de Estado, no reduce a Granado a la categoría de “técnico”.
El episodio confirma la información que ya tenía “El topillo” según la cual el político burgalés no estaba demasiado feliz tras ser repescado para volver al mismo cargo del ministerio de Trabajo. Tanto es así que, antes de que Pedro Sánchez decidiera adelantar las elecciones, manifestó entre sus más próximos su deseo de que ello sucediera cuanto antes y así poner fin a esta segunda etapa como Secretario de Estado y regresar a Burgos de inmediato. Lo cual quiere decir que, aún en el caso de que el gobierno que surja de las elecciones del 26 de mayo vuelva a ser socialista, Granado no continuará ni en el actual ni seguramente en ningún otro cargo en Madrid.
El Topillo de Castilla y León
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