
El Pleno del Ayuntamiento concedió por unanimidad la Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad al vitralista Carlos Muñoz de Pablos en reconocimiento a una carrera de más de cincuenta años.
El pleno municipal, a propuesta del Patronato del Alcázar, acordó por unanimidad la concesión de la Medalla al Mérito Cultural de Segovia a Muñoz de Pablos.
Muñoz de Pablos estudio en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid y ha dedicado su vida profesional a la investigación, restauración, conservación y producción de vidrieras.
Discurso de la alcaldesa Clara Luquero en el acto de concesión de la Medalla al Mérito Cultural de la Ciudad a Carlos Muñoz de Pablos:
Buenas tardes,
He comentado muchas veces, y voy a hacerlo otra vez ahora, que cuando estuvo en Segovia el jurado internacional que valoraba la candidatura de nuestra ciudad a la capitalidad cultural 2016 hubo una reunión con Carlos Muñoz de Pablos.
“Es un genio como los del renacimiento”, nos dijeron tras conocerlo.
Un genio es quien sabe un oficio, con precisión artesana, con sabiduría práctica y conocimientos del porqué. Y, a la vez, es capaz de trascender la mecánica de ese oficio para crear un camino que lo actualice y renueve, que lo haga contemporáneo.
Un genio es quien recoge el legado de los más grandes, y une la tradición artística con la imaginación y el riesgo, para ampliar el camino universal de la cultura. Esa etapa europea que es el renacimiento nos enseñó, además, algo muy valioso: la unión del arte y la ciencia permite que la humanidad avance sin olvido de lo que nos hace ser, precisamente, personas y no meros mecanismos reemplazables. Cuando el arte y la ciencia se unen de verdad el fruto se llama derechos humanos, porque entonces no es posible olvidar que cada ser humano es indispensable y único. Eso es lo que nos hace entender el valor de considerar a alguien un genio como los del renacimiento.
Carlos Muñoz de Pablos nació en Segovia en plena Guerra Civil Española, en 1938. No fue su infancia, por tanto, época de abundancias materiales ni anímicas. Crecer en un universo donde el mapa de la convivencia está hecho de heridas no es fácil para nadie. Pero entre lo que el tiempo histórico impone con sus reglas y la intuición de un mundo capaz de alumbrar el porvenir comienzan los estudios de Carlos Muñoz de Pablos. Primero fue la Escuela de Artes y Oficios de Segovia, la actual Casa de los Picos, donde sería, él mismo, profesor en el futuro. La formación académica señalada se completa cuando empieza a trabajar y a estudiar vidrieras en la emblemática Casa Maumejean, de origen francés con sedes en España, a quien debemos las vidrieras de la capilla mayor de la Catedral de la Asunción y San Frutos de Segovia. Muñoz de Pablos gana el premio de Dibujo Fundación Carlos Luque y continúa su formación con Amadeo Roca Gisbert. Se gradúa como profesor de dibujo en la Academia de San Fernando -donde, en la actualidad, es Académico Correspondiente-, y se licencia en Bellas Artes en la Universidad Complutense. Becado por la Fundación Juan March, pensionado por la Fundación Rodríguez Acosta, promotor del Centro Nacional del Vidrio, Premio del Institut del Vitrall de Barcelona, Comisario de la Exposición de Vidrio de La Granja, en Estrasburgo, durante la Presidencia española del Consejo de Europa, presidente del Comité Español de la Sociedad Internacional de Historiadores del Vidrio, Premio Castilla y León de Restauración y Conservación del Patrimonio. Experto absoluto, en los más importantes coloquios internacionales, miembro del Comité Español del “Corpus Vitrearum Dedii Aevi” que se ocupa del estudiar y conservar las vidrieras medievales europeas. Patrono o asesor de algunas de las más prestigiosas asociaciones vinculadas al trabajo del vidrio en el mundo. Conservador de la Casa-Museo de Antonio Machado, de Segovia, donde, como el mismo dice, tiene la responsabilidad de “custodiar el aire”. Tarea que, de nuevo, exige tanta sensibilidad artística como experiencia y conocimientos técnicos. Es mucho más arriesgado y dificultoso, aunque pueda parecer una paradoja, que el mundo tan conmovedor de la casa del poeta siga siendo una verdad, y no una recreación.
La obra de Carlos Muñoz de Pablos nos entrega tesón y convencimiento. La luz se filtra, me atrevo a decir que se detiene, en la materia que él trabaja. Lo dice siempre: “hay que respetar la materia con la que se trabaja, hay que escucharla para acomodarte a sus leyes y a sus principios y que, a la vez, la materia nos acepte”.
Su firma está asociada a creaciones indispensables para la cultura universal. Señalemos el Alcázar de Segovia. La petición del Ministerio de Cultura para crear las cuatro vidrieras, en Roma, del Templete de San Pietro in Montorio, de Bramante. Sus trabajos para el Congreso de los Diputados de España, para las catedrales de León, Burgos, Vitoria, Salamanca, Cracovia, etc. La catedral de Segovia lo tiene por el hacedor de las vidrieras que el tiempo se llevó o no llegó a entregar. Ahora está trabajando para el Senado. Una obra siempre ejemplar y extensísima. Solo he señalado algunos ejemplos.
Pero permítanme que mencione también su trabajo en la creación, a partir de los planos originales y tras un exhaustivo trabajo de investigación técnica e histórica, de la vidriera de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Esta vidriera nunca llegó a fabricarse porque, precisamente, la Guerra Civil frenó los planes que la habrían de colocar en el primero de los edificios de la recién inaugurada Ciudad Universitaria de la Moncloa. En esa vidriera, se representarían grandes símbolos de la cultura universal, para que cuando la luz la atravesara nadie dudase de la posibilidad real de una alianza de culturas y civilizaciones. Pasaron décadas hasta que un maestro como Carlos Muñoz de Pablos pudo continuar lo que la historia había impedido. Para nuestro “genio como los del renacimiento” ningún trabajo es uno más. Este no podía serlo, ni por la envergadura ni por el significado. Como si el tiempo hubiera estado aguardando la madurez de un pueblo, y Carlos Muñoz de Pablos y sus hijos pudieran dar cuenta de la misma. Aceptar dar vida a esa vidriera salvaba del olvido una utopía. Cuando las utopías se salvan encuentran su sitio, dejan de no tenerlo, de ser u-tópicas. Se convierten en la oportunidad de hacer más grande el territorio de la dignidad. Carlos Muñoz de Pablos lleva toda una vida creativa apartando derrotas, para que esa shakespeariana materia de los sueños habite la materia que nos rodea y acoge.
Concederte la medalla al mérito cultural de la ciudad, nuestro admirado maestro vitralista, quiere ser un reconocimiento lleno de gratitud. Como Alcaldesa tengo el honor de entregártela en nombre de la ciudadanía de Segovia. Porque es ahí, en lo que significa el ejercicio de la palabra ciudadanía, donde llevas la vida entera ejerciendo tu oficio con una grandeza que es, para todas y todos tus conciudadanos, un orgullo y un ejemplo.






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