Se acabó el suspense. Aunque había anunciado que no hablaría hasta el viernes, el que ha sido candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Junta, Francisco Igea, rompió en la tarde de ayer su silencio para explicitar su absoluta sumisión a los dictados de la cúpula estatal de su partido, que no solo ha impuesto el pacto con el PP en Castilla y León, sino que viene tomando desde Madrid todas las decisiones concernientes al mismo.

Así, Igea ha expresado su pleno respaldo a la nominación de Luis Fuentes como candidato naranja a la presidencia de las Cortes, elegido por Albert Rivera para ocupar dicho cargo en aplicación de lo pactado entre las direcciones nacionales de ambos partidos. La designación de Fuentes -que en las primarias del partido apoyó ciegamente la candidatura de Silvia Clemente- supone un nuevo desaire interno para Igea, quién apostaba por la procuradora leonesa Ana Carlota Amigo como nueva presidenta de la Cámara. (No es el primer revés que sufre el que pasa por liderar Ciudadanos en Castilla y León, ya que en su momento tuvo que tragar con el propio Fuentes como numero dos de la lista por Valladolid y no pudo colocar a Gloria Bañeres como cabeza de lista por Burgos).

Si el PP y Alfonso Fernández Mañueco han tragado con lo que sea con tal de conservar la presidencia de la Junta, Igea está tragando lo mismo y más al aceptar sin rechistar todas y cada de las imposiciones de su partido, sin importarle que ello arrastre su credibilidad y prestigio a la altura del betún. Después de sustentar su campaña electoral en el compromiso de impulsar el cambio político y la regeneración democrática en una comunidad víctima del más caciquil de los clientelismos, el candidato de Ciudadanos ha decidido plegarse a los designios de Rivera, que incomprensiblemente ha optado por apuntalar al PP incluso donde lleva gobernando nada menos que 32 años.

Llegados a este punto, de Igea cabe espera ya cualquier cosa, incluida la de ser vicepresidente de un gobierno en el que vuelva a ser consejero Juan Carlos “Panuelitos” Suárez Quiñones, al que había vetado por su vinculación con el caso “Enredadera”. Y ya veremos si puede colocar en alguna consejería a Bañeres, a la que se la tienen jurada en Madrid desde que intentó promover una moción de censura contra el anterior alcalde de Burgos, Javier Lacalle, ese al que ahora le parece “una anomalía democrática” (sic) que le haya sustituido en la alcaldía el candidato de la lista más votada…

En fin que, para absoluta perplejidad de quienes le tenían como un tipo cabal, Igea está a punto de convertirse en el político más falsario y tramposo que ha conocido Castilla y León. Y eso que el listón no estaba precisamente bajo.

El Topillo de Castilla y León