Solemnísima fiesta, no tanto por el esplendor de la celebración sino por la profunda enseñanza y vivencia que conlleva reconocer a Jesucristo en la Eucaristía y en la comunión con el prójimo.
La solemnidad no está tanto en la forma sino el contenido mismo. La adoración que nos pide el Señor no es una fórmula litúrgica sino una respuesta a su imperativo: Dadles.
Cuanto más se pone de manifiesto el Misterio Eucarístico, más se nos remite a la presencia real de Jesucristo en el hermano. Es como si se nos dijera: come para poder dar de comer.
Catedral de Segovia
Domingo, 23 Junio
Eucaristía a las 11:00 horas en el Altar Mayor
De 09:00 hasta 21:30
La tradición del buen asado
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