Nuevo presidente de la Junta, 18 años, tres meses y 20 días después...

No se esperaba gran cosa de un debate de investidura con un candidato tan previsible como Alfonso Fernández Mañueco, que se atuvo, como no podía ser de otra forma, al pacto de las 100 medidas suscrito con Ciudadanos para gobernar en comandita la Junta de Castilla y León.
Más que sobre el discurso del propio Mañueco, existía cierta expectación por conocer el argumentario de su “parternaire” naranja, el inminente vicepresidente del gobierno bipartito Francisco Igea, entre cuyos rasgos no está precisamente el de la previsibilidad. Con cierta apariencia de cansancio y en tono pelín displicente, Igea apenas utilizó 20 de los 30 minutos de que disponía, dedicando buena parte de ese tiempo -excusatio non petita...- a justificar con argumentos además sobrevenidos y de política nacional la decisión de su partido de matrimoniarse con el PP en lugar de hacerlo con el PSOE.
No obstante, en un ataque de sinceridad dejó claro que “este no es un matrimonio por amor”, al tiempo que poco menos que se conjuró para evitar que la evidente desconfianza entre los contrayentes y sus respectivas familias dé al traste con tan forzado contrato conyugal. Igea reconoce el programa de Ciudadanos en un 70 por ciento de las 100 medidas pactadas con el PP, buena parte de las cuales tampoco le suenan mal al único procurador de Vox, quien no por casualidad se abstuvo en la votación final.
Como se esperaba, el novio plantado, el socialista Luis Tudanca arremetió contra ambos contrayentes, acusándoles de haberse prestado a convertir Castilla y León en una especie de protectorado o colonia administrada desde Madrid por las cúpulas de PP y Ciudadanos. El dirigente nacional de Ciudadanos encargado de tutelar el pacto, José María Espejo, siguió el debate desde la tribuna de invitados.
Ni que decir tiene que Tudanca ironizó lo suyo sobre el “cambio político” y la “regeneración democrática” de un gobierno encabezado por el mismo político, recordó, que presidió el órgano interno del PP -la comisión de derechos y garantías- encargado de perseguir la corrupción del que calificó “partido más corrupto de Europa”.
En su réplica Mañueco rechazó cualquier connivencia con la corrupción y utilizó peyorativa y reiteradamente el concepto “sanchismo” como arma arrojadiza contra Tudanca, al que, parafraseando a Van Gaal, acusó de hacer una oposición “siempre negativa, nunca constructiva”.
Tras la votación, realizada al filo de las ocho de la tarde, Juan Vicente Herrera cedió el testigo de la presidencia de la Junta que ha desempeñado durante 18 años, tres meses y 20 días. Quién sabe si a esas horas el ya expresidente seguía rumiando la cita de Miguel de Unamuno con la que su sucesor cerró a mediodía su discurso de investidura: “Procuremos ser mas padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”.
El Topillo de Castilla y León
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