El restaurante El Narizotas, que empezó su andadura siendo un bar con el nombre de Narizotas Pub, abrió sus puertas el 28 de diciembre de 1969.
El pasado jueves, los Giráldez, padre e hija, daban a conocer en el corazón de Segovia la buena nueva: la apertura del mítico Narizotas.
Desde hace meses, Javier, Casilda y su equipo se pusieron manos a la obra para abrir de nuevo un restaurante que, durante décadas, ha sido frecuentado por segovianos, madrileños o guiris.
Cuenta Javier que desde 1969 ha llovido, y mucho. Ese año, con Giráldez a la cabeza, dos jovencísimos profesionales se incorporaban al proyecto, Ignacio Pérez, ‘el Bigotes’ y José Luis Guijarro.
El éxito acompaño la aventura. Era un local diferente y la novedad funcionaba, “se despacha cerveza negra de barril, y se ofrecen unos chupitos de Whisky Dyc, con un sistema de medidor, a un precio muy asequible”. Todo un pub de la época.
En los años 70 el negocio se ampliaba, se incorporaba al proyecto un querido y recordado amigo de Javier, Carlos Koplowitz, fallecido hace unos años, El Narizotas se convirtió en restaurante y aparecieron dos nuevos establecimientos, La Cocina de San Millan, en Segovia, y El Horno de la Aldegüela, en Torrecaballeros.
En los años 80 la sociedad se disolvió y, tras la marcha de Giraldez y Koplowitz a Madrid, Ignacio se quedaba con la entrañable Cocina de San Millan y José Luis con El Narizotas. Fue entonces cuando Javier arrancó con El Horno de Torrecaballeros, el embrión de El Rancho de la Aldegüela.
En el año 1984, José Luis Guijarro realizó una profunda reforma del restaurante. Incorporó “ideas divertidas y novedosas como las manos, ‘con la izquierda’, la cocina te sorprenderá con un menú ideado desde la cocina, siguen los platos de siempre, la famosa cebolla frita, los pimientos rellenos o aquel famoso toro sentado”.
Años después, Guijarro incorporaba al negocio el bar El Ojo, acogedor y divertido en invierno y con una espléndida terraza en verano. El calendario siguió pasando sus hojas y, hace unos años, José Luis abandonaba el duro oficio con un merecido descanso.
Tras el cierre del restaurante en el segundo año de la pandemia, el local volvía a las manos de sus propietarios, los hermanos Giráldez, que finalmente decidieron que el Narizotas “debe seguir campeando en la Plaza de la Sirenas”.
Tras las obras de reforma y una decoración acogedora que respeta un magnífico edificio lleno de magia, incorporan al restaurante el espacio que ocupaba El Ojo y dan al local el sentido que tenia en 1984, renovado y listo para una nueva andadura, a la que se han incorporado profesionales como Lucio del Campo, con un equipo de primera y con Elías Gómez en los fogones.
El clásico logotipo del restaurante también se ha renovado, encargado por el inquieto Giráldez a Sara Martín de Dándole Vueltas. El Narizotas ha dejado de mirar a la pared para mirar de frente a los segovianos amantes de la buena mesa.
El Narizotas ya está abierto al público y hemos rescatado su “auténtica historia” de un libelo escrito por tres viejos bachilleres allá por el año 69, el año de su nacimiento.
La auténtica historia del Narizotas
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